jueves, 30 de junio de 2005

En compañía de Torche

Entrar en la escritura de Pablo Torche (1974) es entrar en algo que poco conocido. Oiginal, atrevido, novedoso, son adjetivos que se pueden usar para calificar “En compañía de actores”, su segundo libro. Pero al leer no se puede dejar de notar la ligazón que tiene el narrador con el delirante y feroz Patrick Bateman, el protagonista de “American Psycho”, suavizado con un poco de Ignatius Reilly de Kennedy Toole y quizás una pizca de Henry Chinaski de Bukowski. Si bien no hay derramamiento de sangre en el volumen de Torche, sí hay una observación cuidadosa del mundo que rodea al narrador (¿Torche mismo?), una narración que pone de relieve el malestar.El examen descarnado y con una sinceridad desgarradora se entrega mediante un expediente poco usual, un largo monólogo interior, una suerte de fluir de la conciencia, que ciertamente desafía todos los rígidos postulados que se suelen verter en las aulas donde se enseña ese ejercicio que se da en llamar “estructura narrativa”. La apuesta es arriesgada, pues usar este expediente hace muy posible que el discurso caiga en el sonsonete monocorde, en la pataleta verborreica, o en la reflexión psico-filosófica tan pesada como un paquete de cabritas.Afortunadamente Torche sale airoso del desafío. Emula correctamente a Thomas Bernhard, con una prosa que revela la inteligencia de su autor, reflexionado y haciéndole una finta al lugar común, lugar donde muchos escritores nacionales han quedado entrampados. Un libro inteligente para los tiempos que corren.

Pablo Torche
“En compañía de actores”
Ediciones B, Santiago, 144 págs.

0 comentarios: