jueves, 30 de junio de 2005

La envidia del sol sobre Carrasco

Si hay que señalar a una de las voces poéticas jóvenes que brilla con luz propia en el firmamento literario criollo, hay que hablar de forma obligatoria (no obligada) de Germán Carrasco (Santiago, 1971). Hagamos un ejercicio poético-futbolístico: si es que hubiera que conformar un combinado nacional de poetas, Carrasco es número puesto en la titularidad, con la jineta de capitán y con la 9, listo para el gol (sabroso será discurrir a los otros diez, y al entrenador). Diversos galardones refuerzan lo anterior (Jorge Teillier 1997, Diario de Poesía-Vox 2001, Sor Juana Inés de la Cruz 2001 y Consejo Nacional del Libro 2002), pero son sus libros los verdaderos premios que Carrasco se inventa para sí mismo, y regala con sigilo a los que tienen la fortuna de leerlo, “en chileno, en diminutivo”, como señala el poeta. El brillo del autor se gesta en Brindis, y se consolida felizmente en La insidia del sol sobre las cosas, Calas y finalmente en Clavados (J.C. Sáez editor, 2003), tres libros trillizos y univitelinos. Decir que Carrasco mantiene una unidad temática respecto de sus textos anteriores, y que mantiene a su vez imágenes y conceptos que han cruzado su literatura (a saber, las calas y el chincol), es demasiado poco, porque ciertamente Germán Carrasco no es un poeta principiante que tenga que rendir examen frente a las mentes privilegiadas de la poesía nacional. Quizás pase al revés. Los volúmenes anteriores nos dan cuenta no solamente de un poeta que trabaja, y trabaja bien, que cada tanto sorprende al desatendido lector con una nueva entrega; pasa que Carrasco ha ido construyendo las bases sólidas de una imagen y prestigio bien ganados, con destreza, lucidez, y, para que nadie dude, premios. Destreza por el uso de la palabra y lucidez en el conocimiento acabado de lo chileno, de la ciudad, “agresivamente monolingüe, en diminutivo, con deformaciones de liceo fiscal y kermesses varias”, lo que provoca el horror y el deseo de huir “a ínsulas extrañas”. La propuesta poética de Germán Carrasco se ha mantenido intacta a lo largo de los años. Ha conservado un vigor singular, que se mezcla con giros notables, especialmente sobre el propio ejercicio literario y el acto mismo de escribir: “El cursivo desplazamiento de la danza/ y los caracteres garrapateados/ -patas de araña de manuscritas infantiles/ son deleitosos, incluso cuando no podemos/ descifrar”, o con el añadido sabroso de la maña propia del poeta: “un anciano pobre que se la mamó toda una vida/ trabajando por una miseria; no, momento, aliteremos:/ sacándose la chucha por una chaucha” (quizás el verso más egregio del libro). Esto deja en evidencia la perspicacia y dominio sobresalientes que Carrasco tiene del instrumental lingüístico y la capacidad señera de mezclarlo con dimensiones corrientes, urbanas, para entregar un producto único, bordeando la genialidad. “Clavados” es un libro pródigo. El recorrido por sus páginas deja claras algunas cosas. Las primeras, evidentes, básicas, que no se está frente a un versificador cualquiera y que tenemos aquí a un poeta que maneja el lenguaje de una forma ejemplar. Las segundas, menos ingenuas, tienen que ver con la decodificación de las fuentes y referencias múltiples a las cuales el autor echa mano (e.g. Shakespeare, cuya obra tradujo, y el lenguaje callejero, coloquial), todo con el fin de afianzar la articulación de un discurso firme, combinado con el conocimiento agudo de Chile y sus vicisitudes urbanas y orales. A pesar de la depreciación del autor por la cita bibliográfica, son los versos la cita bibliográfica misma, subterfugia, o mejor, subcutánea, donde el exterior es la piel dura de un poeta que rechaza las referencias fáciles, pero a su vez entrega un poema de registro amplio manteniendo la siempre gratificante falta de sesudez, o de metafísica trasnochada. Carrasco llega al mundo, ofrece su palabra, su vida, sus lecturas, lo visto y leído, con paso furtivo, pero pegando primero, con rock & roll y locura, y maravillando después, con el secreto punk de la belleza y el espíritu fragante a juventud, ta claro.

Germán Carrasco“Clavados”J.C. Sáez Editor, Santiago, 2003, 117 págs.

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