viernes, 1 de julio de 2005

La exaltación de un cansancio profundo o la lucidez de Enrique Lihn

Es la opinión de este crítico que las editoriales chilenas debieran dedicar una buena parte de sus esfuerzos en reeditar los grandes libros de poesía que han surgido en Chile. Es una realidad que al menos esa intención existe, como se ve en algunos proyectos (lamentablemente no todos) de muchos de los postulantes que recientemente fueron favorecidos con dineros del Gobierno. Y esto, más que por la siempre necesaria labor de recuperación, de renovación y memoria de nuestros grandes artistas, por el simple y poco auspicioso motivo de que bien poco se los considera a la hora de editar libros, especialmente de poesía.Por todo lo anterior, el libro “La pieza oscura”, de Enrique Lihn (Ediciones U. Diego Portales, 2005) es un acierto. Por descontado damos el hecho de que es un acierto por la calidad del autor del libro. Lihn era para Roberto Bolaño uno de los poetas más lúcidos de la poesía nacional, y ciertamente que, tanto por la acostumbrada precisión de los dichos del autor de “Los detectives salvajes”, así como por la incuestionable excelencia de la poesía de Lihn, quien escribe está plenamente de acuerdo con lo antedicho.En este sentido, esta nueva entrega de la bisoña pero vigorosa editorial de la U. Diego Portales es un aporte, que viene a continuar las buenas ediciones de los “Poemas del otro” de Juan Luis Martínez, “Lear, rey & mendigo” de Nicanor Parra, y “El Paseo Ahumada”, del propio Lihn. En otro plano, es también interesante el rescate en cuanto imágenes del poeta, como se ve en las portadas de los libros. En el caso específico de este libro, obra del fotógrafo Álvaro Hoppe. En el renovado prólogo del libro, a cargo del poeta Kurt Folch, quedan retratadas dos cosas; la primera de ellas es que la necesidad de rescate existe, pues este libro de Lihn (como pasa con muchos grandes poetas nuestros) causó escasa repercusión en su momento; la segunda de ellas es que este rescate se produce en nuestros días, con los poetas jóvenes, que son fieles avales de que Enrique Lihn y Nicanor Parra siguen siendo las figuras más influyentes y admiradas por los las nuevas camadas poéticas actuales, a la vez que son ellos, Parra y Lihn, dos de los más importantes poetas de la lengua castellana en la segunda mitad del siglo pasado. Folch señala en el prólogo: “Un lector, un buen lector, debe poner atención a Lihn: le conviene”. Bueno, le conviene, claro, pero ahora pasa algo mejor: puede hacerlo. Volviendo al tema de la lucidez lihneana, -ya repasando las páginas de “La pieza oscura”-, podemos constatar que Lihn como nadie ha comprendido profundamente la labor del poeta y todas sus aristas. Por lo mismo, creo que si hubiera que señalar a alguien capacitado para decodificar ese misterio que fue el silencio de Rimbaud (polémica prostituida y manoseada como pocas, e incomprendida como pocas) ese sería Enrique Lihn. Sin ir más lejos, Lihn “envidió el no a ese ejercicio”. Pero el avanzado entendimiento de Lihn se ve en este libro en poemas como “Elegía a Carlos de Rokha” (otra asignatura pendiente en el departamento de rescates poéticos), se refiere a la poesía como “la exaltación de un cansancio profundo,/ sólo una rabia negra que tiende a confundirse/ con la oscuridad”. Lihn deja claro que sabe, y en este caso, que también comprende a Carlos de Rokha y su existencia, labor tan difícil de emprender como comprender a la poesía misma.Quizás una labor aún más encomiable sería, en vez de entregarnos a Lihn por partes, editar sus necesarias obras completas. Por lo menos ha quedado demostrado en que en las ediciones de la UDP capacidad hay. Quizás eso sería pedir demasiado, pero, por lo pronto, vamos bien.

Enrique Lihn
“La pieza oscura”
Ediciones U. Diego Portales, Santiago, 2005, 67 págs.

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