jueves, 30 de junio de 2005

La palabra es el emplasto

Leonardo Sanhueza (Santiago, 1974) ganó el XVII Premio Internacional Unicaja de Poesía Rafael Alberti en 2001 por su segundo poemario, “Tres bóvedas” (o “El eco y la pedrada” como circula en antiguas versiones de prensa), lo que le valió la publicación en el prestigioso sello español Visor libros, volumen que pronto estará en nuestras librerías. La lectura de este libro justifica y confirma el merecido galardón, que en su última versión recayó en la connotada escritora y poeta uruguaya Cristina Peri Rossi. Nos encontramos frente a uno de los libros de poesía más sólidos escritos en el último tiempo, que consolida a Leonardo Sanhueza (conocido con anterioridad como editor de los sellos Quid y J.C. Sáez y columnista de Las Últimas Noticias) como uno de los poetas chilenos más notables del momento, al mismo nivel de un Javier Bello o un Germán Carrasco.Comparaciones aparte, la poesía que se puede leer en “Tres bóvedas” se ofrece a los ojos del autor con la facilidad y el placer con que solamente cuentan los poemas encantadoramente hechos, con un lenguaje jamás hueco, con la sensibilidad e inteligencia de un autor que hábilmente ha sabido combinar imágenes sutiles y de singular y cotidiana belleza con la maestría de aquellos que han podido hacer florecer en las páginas un mundo, un microcosmos, rebosante de significaciones y referencias, intrincadas y cultas algunas como las del pintor simbolista belga Fernand Khnopff (no “Knopff”) o la del artista victoriano George Frederick Watts –quizás a propósito de Borges, Chesterton y el minotauro-, pero felices en su inmensa mayoría. Sanhueza demuestra que es un poeta con hartas lecturas en el cuerpo, sus referencias no cojean, es decir, vienen no de un almanaque o un diccionario, sino de una vida de lecturas y de acercamientos a la poesía, la literatura y al arte. No obstante, esto queda mejor demostrado por su labor como editor y “restaurador” de poetas chilenos olvidados, como Rosamel del Valle o Carlos de Rokha. Con esto la palabra de Leonardo Sanhueza camina sólida y segura. Lo anterior se combina con el talento de crear imágenes con una belleza matizada, bellas “con lo justo”, pero no por ello menos poderosas y sugerentes. Donde otros se desbordan, Sanhueza regala la mesura y el acierto. Si otros derraman y atiborran páginas hipertrofiadas de imágenes, conceptos y filosofías, Sanhueza prefiere la espera, el reposo de una poesía tranquila, calma, pero consistente.El autor muestra su ojo fino, su capacidad de construir el retrato armonioso y lúcido de lo urbano: “Mientras los parques de la gran ciudad/ se llenan de ancianos sin provenir,/ de jadeantes suspiros,/ y llegan sudados oficinistas/ a maldecir del sol bajo los árboles,/ y ociosos escolares/ arrojan sus cuadernos a las fuentes,/ y ellos, los amantes, se cubren poco/ a poco de renuevos/ y musgo, como tumba abandonada;/ mientras ello y más sucede en las hojas/ que caen de los parques/ hacia la gran ciudad, día tras día,/ como plumas o billetes que el tiempo/ acaricia y corrompe/ y que la brisa acoge para hacer/ una recia burocracia del olvido,/ un jilguero se posa,/ ordena la corona de su hermano/ y apretándose la corbata, canta”.Sanhueza ha logrado erigir lo anterior pues demuestra que tiene los cinco sentidos alerta, abiertos para acumular todo aquello que ha tomado contacto con él, desde la observación del entorno ciudadano hasta el contacto con la muerte y el recuerdo, pasando por miradas a la palabra y a la poesía misma, insertadas sutilmente entre los versos, conformando el vigoroso entramado poético que ilustra las páginas del libro: “El poema es golondrina (...) El poema es el testigo del absoluto”, o mejor en el imponente poema “El misterio cumple cien años” (donde Sanhueza recuerda y celebra a su querido Rosamel del Valle): “Se nace, se muere ¿y qué más da?/ Tal vez demasiado. Pero el poema no tiene por misión/ ni la vida ni la muerte. El poema es piedra que se/ desvanece”.“Tres bóvedas” está en apariencia cruzado por las aves (motivo recurrente en Leonardo Sanhueza), y el libro cuenta con una estructura donde coexisten distintas formas poéticas, voces e imágenes; con todo, reparar en estos aspectos no viene en lo más mínimo al caso, pues ninguno de estos u otros factores inciden más o menos en el hecho más evidente: que este libro es uno de los mejores del último tiempo y su autor una de las voces poéticas más atrayentes de la lírica chilena actual.

Leonardo Sanhueza
“Tres bóvedas”
Visor Libros, Madrid, 2003, 71 págs.

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