jueves, 30 de junio de 2005

Malú superstar

Malú Urriola (Santiago, 1967) actualmente vive momentos felices. Su cuarto libro, “Nada” (LOM, 2003) se llevó hace poco el Premio Municipal de Literatura 2004, en su modalidad poética. “Superstar sorprendente y deliberada”, como la califica Diamela Eltit en la generosa y algo enrevesada contraportada del poemario, no deja entrever mayor goce o jolgorio en su más reciente volumen de poemas.En la página 94 del mismo, la autora resume de qué va (o iba a esas alturas) todo el resto de la obra: “Escribo a escondidas y me avergüenzo./ Lo que para otros es gloria, para mí es nada./ Nací para acaecer en medio de las noches./ Para contemplar la magnitud de los días./ El de hoy es amarillo, ni una nube cruza la tarde,/ no hay viento ni hace frío./ Nada soy y no tengo nada que ofrecerte,/ salvo estas insulsas palabras que bien podrían no importar./ Que son la luz y el ocaso de mis días”. Cosa poco frecuente en la crítica, la autora del libro le hace gran parte de la tarea a quien escribe estas líneas.Vamos por parte. Partamos descartando lo que no es efectivo. “Nada soy y nada tengo que ofrecerte”. Ello es falso, Malú Urriola se consagró, a punta de verso rocanrrolero -cuyo retintín, ya algo obsoleto, sigue presente en esta obra-, dentro de la poesía chilena (no diré “femenina” u otra categoría antojadiza y efímera), y ciertamente que ha ofrecido algo, y que hoy también ofrece algo, una reflexión no grave, no densa de lo que vive una poeta, de la vida de una poeta particular de Santiago de Chile. No da para juicio acerca de la poesía, pues acá hay retazos, impresiones, pinceladas íntimas sobre la palabra, sazonadas con sendos oh, my god, Paradise, Ocean Pacific, etcétera.“Escribo a escondidas y me avergüenzo./ Lo que para otros es gloria, para mí es nada./ Nací para acaecer en medio de las noches./ Para contemplar la magnitud de los días”. Efectivamente, Malú Urriola da la impresión de adoptar una postura estilo “yo la peor de todas”, poniendo en duda, o por lo menos en perspectiva, su escritura poética. Recalco el “su”, porque Urriola no ha dado señas de salir de un intimismo que permita tildar de “universales” -aunque quede grande el vocablo-, o al menos de “amplio espectro” estas reflexiones acerca del oficio del poeta.Incluso más, vienen de perillas las palabras de Enrique Lihn (que ciertamente Malú Urriola ha de tener entre sus lecturas de cabecera, porque se nota): “Si se ha de escribir correctamente poesía/ no basta con sentirse desfallecer en el jardín/ bajo el peso concertado del alma o lo que fuere/ y del célebre crepúsculo o lo que fuere”. La autora no aloja ni roza la lucidez genial de Lihn (en realidad ¿quién lo hace o puede hacerlo hoy?), “envidiándole el no a este ejercicio” a Rimbaud. En buenas cuentas, Malú Urriola no es una Bartleby, está condenada a escribir, aunque le pese, aunque lo único que rescate sea la perspectiva de levantarse por la mañana y contemplar el día hasta su ocaso.“(…)estas insulsas palabras que bien podrían no importar”. Quedó claro que a alguien le importaron estas palabras. Tanto como para premiarlas. Pero hay que señalar que, a la luz de la lectura de “Nada”, este verso de Malú Urriola no es del todo desacertado. La repetitiva variedad de menciones a lo que sería la palabra, le da vaguedad al conjunto, mucho abarcar para poco apretar. Poco se puede sacar en limpio. Retomando la contraportada de Diamela Eltit: “la escritura es interrogada acuciosamente”, pero, ¿qué resulta de esta pesquisa? ¿que la autora solamente valora los días y sus noches?Entonces, hay que hacer distinciones. La primera es que lo interrogado o lo señalado con el dedo por la Urriola no es la palabra, la poesía, la literatura, o cómo ella nace, sino la vida misma del ser humano en esta vida “posmo”. Malú Urriola logra eso con una buena dosis de imágenes notables y con más de algún pensamiento bien hilado, bien articulado, que da cuenta de que la autora no es una mera “posmoderna muchacha”, que se le pasa todo delante de las narices sin pensar. Luego, su valor será aquél, el ser una mirada, un testimonio de vida, no pesado, no viscoso, desprovisto de pretensiones de inmortalidad, bronces o laureles, lo que, por cierto, siempre se agradece. Sin embargo, este “alivianamiento” del discurso no viene por recursos o técnicas que la autora haya usado deliberadamente, sino del hecho mismo de entregar una visión personal, con buen número de aciertos, y otro tanto de caídas.En “Nada” hay algo, una superstar que, esperemos, siga avanzando y continúe en la siempre encomiable senda de la vigorosa poesía.

Malú Urriola
“Nada”
LOM, Santiago, 2003, 101 págs.

1 comentarios:

alicia dijo...

hola jisa... he encontrado a través de la web distintos textos de Malú Urriola y llegué a tu blog. Me agradó el texto. Acá en Venezuela no se encuentran libros de Urriola. Muy poca literatura chilena nos llega. Saludos