jueves, 30 de junio de 2005

Más de lo mismo

Dos libros de poesía hacen su aparición en nuestro horizonte editorial, "Antimujer" (Al Margen Editores, 2004) y "¿Hacer el amor?" (Colección Sexo XXI, 2004). El primer volumen fue escrito por Carolina Sepúlveda (Santiago, 1978) y el segundo por María Luz Moraga (Santiago, 1945). A pesar de que hay una diferencia de edad significativa entre ambas autoras, las dos, en sus registros particulares, no ofrecen novedades significativas para la poesía.Partamos por Carolina Sepúlveda y "Antimujer", su opera prima. No se puede decir mucho de este libro, salvo que se nota a las claras que es una primerísima e inexperta obra. Los temas no varían casi nada de muchos otros libros de poetas (no poetisas) que se han publicado últimamente, es decir, un libro íntegramente confesional, un diario de vida, un poco más estilizado, donde habla un yo desmesurado y monocorde, y donde los poemas no son más que referencias personales al sexo (donde ya se usan palabras ultramanoseadas como "perra"), la vida en familia, la relación de pareja y otros temas íntimos, y por consiguiente, de ínfimo alcance. Si el lector ya leyó libros como "Hija de Perra" de Malú Urriola, "Abyecta" de Elizabeth Neira o la reciente "Obra Poética" de Teresa Calderón ya habrá encontrado mejores instancias de donde nutrirse en este sentido. ¿Qué quiere decir el título? ¿Poesía que va contra la mujer? ¿Poesía que emula a Parra, a Huidobro (hay guiños de Altazor en el primer poema del libro)? Creo que el título correcto para esta publicación sería, remedando al peruano Jaime Bayly, "Aquí no hay poesía" novedosa".Carolina Sepúlveda entrega una obra únicamente sensorial, es decir, no hay una reflexión acabada (o reflexión alguna), o un minuto de pausa, en el cual la autora pueda superar la adolescente e ingenua barrera de decir "lo que se siente". Da la impresión de que Sepúlveda escribe según siente las cosas, tal como una colegiala deprimida, del cuerpo al papel sin intermediarios. Por lo mismo, la escritura es monocorde, los recursos de lenguaje son precarios y recurrentes, las palabras se repiten en molesta redundancia. En este último sentido el vocabulario que utiliza la autora es simplemente paupérrimo, tanto por escaso así como por sobrexplotado. El libro se construye con no más que unas pocas palabras, con presencia de léxico animal (patas, hocico, carne, sangre, boca, dientes, etc.) que se repiten y se repiten hasta la saciedad, e incluso la indigestión. Todo el texto tiene soportes insuficientes, por lo que indefectiblemente tambalea. Palabras que pretenden ser fuertes, pero que ya no tienen efecto alguno por el abuso que se ha hecho de ellas, no particularmente por Sepúlveda, sino por la gran cantidad de poetas que la anteceden. Todo esto lleva a que todos los poemas digan lo mismo, es decir, muy poco en realidad.Es una escritura atolondrada, totalmente carente de riesgo y netamente sensitiva, lo que claramente dista muchísimo de ser sinónimo de calidad. Ahora, hay poquísimos momentos rescatables en el libro, que son precisamente en los que la poeta se aleja de la confesión/catarsis/diario-de-vida, que intenta con la escritura, y también donde la autora trata de usar un vocablo que no sea el de su escuálido y gastado léxico. No hay mucho éxito en esa empresa tampoco. En el volumen hay citas a Marguerite Duras y Blanca Varela, esperamos que Carolina Sepúlveda profundice y aprenda en estas lecturas (y en muchas otras) antes de entregar un segundo volumen, uno que realmente sea una voz diferente. Queda un consuelo para Sepúlveda, después de "Antimujer" solamente se puede mejorar, esperamos.En una solapa del libro se incluye un nutrido palmarés de Carolina Sepúlveda, que entre otros logros se cuentan becas nerudianas, premios en juegos florales mistralianos e inclusión en antologías, pero luego de leer "Antimujer", uno lamenta que tan auspicioso currículum preceda a tan irrelevante volumen de poesía. Un libro cuya publicación debió haberse estudiado más a fondo, porque como éste ya los hay por montones, y, por cierto, mucho mejores. Algo más aventajado es "¿Hacer el amor?", quinto libro de poesía de María Luz Moraga, escritora que ha tenido momentos mucho más felices en la investigación, crítica literaria y la enseñanza. La trama es la misma, la pareja, el sexo (y sus variantes, incluido internet), ese tema que de ser tabú, ahora es monserga o mojiganga (mayoritariamente por la sobreexposición en los medios) que todavía usan no pocos poetas en Chile, creyendo ser "transgresores" o "innovadores". No lo son. María Luz Moraga tampoco. Si hay algo que diferencia este volumen del de Carolina Sepúlveda es que acá hay más. Sí, más palabras, imágenes más diversas y ricas, poemas constituidos y también más ramplonería (la tapa y la contratapa del libro rozan el mal gusto) y versos descartables, que en su intento de ser "pornos" o "eróticos" se pasan de burdos, bobalicones y chocarreros. ¿Qué pretende Moraga con su libro? ¿Terapia de shock? ¿Sacudir al lector? ¿Hacerlo reír? ¿Innovar en la poesía chilena? Pues bien, Moraga fracasa inapelablemente en todas y cada una de estas empresas, que son condición sine qua non para que una obra artística tenga algún valor. Pero hay cosas que rescatar, en comparación con el libro de Carolina Sepúlveda. Acá hay poemas, versos hilados, imágenes que gozan de alguna fortuna. Pero se pierden porque no son nada nuevo bajo el sol; son versos correctos, pero alguien ya los escribió hace mucho tiempo, o bien sucumben ante fruslerías escriturales (muestra de ello son los ¿poemas? "Acto sexual" y "Hotline"). María Luz Moraga llega tarde. "Al principio/ te admiré como se admira/ a un dios en el Olimpo// Al final tuve que despreciarte/ como se desprecia/ a una sabandija", versos de este tenor ya los hemos visto en poesía chilena, y reflejan gran parte del libro, un libro correcto en sus mejores momentos, mas repetido.Insisto, mejor será recurrir a Elizabeth Neira, Malú Urriola, Teresa Calderón (alguna vez colaboradora de Moraga), que hablaron primero y mejor, sin necesidad de recurrir a la grosería o a recursos tan chabacanos como copiar avisos eróticos que aparecen en los diarios santiaguinos. Ese es el riesgo de las autoediciones, si no hay editores competentes para atajar los desmadres o detectar con ojo avizor las caídas, se publica cualquier cosa. "¿Hacer el amor?" contiene en sus páginas finales una "bibliografía", donde, dicho sea de paso, se citan libros considerablemente mejores que el de Moraga, como los antedichos de Malú Urriola y Teresa Calderón, junto con textos de Freud, "Los hijos del limo", de Octavio Paz, Bataille o el infaltable Neruda. Suponemos que es otro de los desafortunados chistes que abundan en el libro, pues no cabe en la cabeza la posibilidad de que se hayan citado otros textos de tan variada índole para construir este libro ligero. Nuevamente, promisorio palmarés en las solapas, decepcionante resultado en el corpus, y en el caso de Moraga este dato es no menor, pues esta hoja de vida cuenta con puntos altos y atractivos (ser finalista en el concurso poético de Casa de las Américas no es bicoca), sin contar el hecho de que es el quinto libro de Moraga, es decir, no es novata en el asunto.Seguimos buscando la excelencia y la buena poesía chilena. En estos dos libros ya no la encontramos.

Carolina Sepúlveda
"Antimujer"
Al Margen Editores, Santiago, 2004, 80 págs.

María Luz Moraga
"¿Hacer el amor?"
Colección Sexo XXI, Santiago, 2004, 67 págs.

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