domingo, 5 de noviembre de 2006

Su pasado lo condena



Para nadie es un misterio que Bret Easton Ellis (Los Ángeles, 1964) es un autor de culto, un escritor que caló hondo en casi todo el mundo, y que en Latinoamérica tuvo a unos cuantos émulos. Alberto Fuguet aspiró a ocupar ese sitial, pero perdió la pulseada con Jaime Bayly. Glamour, camionadas de dólares, drogas por montón, sexo en todas sus variedades, son los ingredientes que construyeron la imagen de Ellis como enfant terrible de la literatura norteamericana, con best sellers como Menos que cero, y la archi famosa American Psycho.
Recientemente llegó al mercado hispanoparlante Lunar Park (Ed. Random House, 2006), la última novela de este tumultuoso escritor. Ellis empieza con casi un olímpico centenar de páginas donde resume su vertiginosa carrera escritural, nos hace un repaso de sus grandes éxitos y sin asco detalla su saison en enfer, la fiesta interminable (donde fue compañero de juerga de Bono y Bruce Springsteen), las bajezas de ser un escritor del llamado Brat pack, y los detalles escabrosos del éxito comercial de sus grandes novelas.
Un gran juego para empezar, un aparente mea culpa por su alcoholismo y drogadicción, que más allá de ser verdad o no, es una nueva prueba de que Ellis maneja el efectismo brutal con un singular talento. Páginas que parecieran estar de más, pero que, unidas con el resto del argumento, tienen una razón de ser. Easton Ellis entrega un reporte de una veracidad incuestionable en el papel, y que une luego con un delirante cuento de terror posmoderno construido con pinceladas del cine de horror ochentero (sin ir más lejos, el autor ha confesado la influencia de Stephen King), si se quiere, que no puede estar más alejado de la realidad, donde hay un narrador que se llama Bret Easton Ellis, que escribió las novelas del autor, pero que a fin de cuentas opera como una comedia, efecto último que, conociendo a Ellis, claramente es intencional. Nada está dejado al azar, tampoco este juego de espejos, que produce múltiples reflejos del personaje-autor.
Ellis-autor hace un cambio de giro, ya que Lunar Park contiene una cantidad mucho menor de reventón que sus novelas anteriores. Ellis intenta reinventarse como padre y esposo, viviendo en un suburbio tranquilo, donde hasta parece pedir disculpas por American Psycho, lo que no es suficiente para frenar a un pasado que viene a pasarle la factura a Ellis-personaje. Este giro deliberadamente forzado, igualmente hace que Lunar Park sea una novela muy entretenida, aunque tenga muchos menos gramos de cocaína y litros de vodka que las obras anteriores de Easton Ellis, una especie de happening que no deja insatisfecho tanto al seguidor empedernido de la parranda monumental del padre de Patrick Bateman, así como a quien se interna por primera vez al universo Ellis.


Bret Easton Ellis
“Lunar Park”
Ed. Random House Mondadori, Barcelona, 2006, 380 págs.



*Publicado originalmente en El Periodista N° 117, 10 de noviembre de 2006

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