viernes, 2 de noviembre de 2007

En el nombre del padre

Si “La Batalla de Chile” puede ser catalogado como “el” documental del Golpe de Estado, o “Machuca” ser considerada como “la” película del exterminio de la democracia, asimismo “Milico”, (LOM, 2007) la última entrega del Premio Nacional de Literatura 2006 José Miguel Varas, también puede entrar en el selecto grupo de testimonios culturales icónicos de la época más oscura que Chile ha vivido en su historia republicana.
Esto porque, tal como en el documental y la película antedichos, con “Milico” surge una nueva mirada, que complementa y enriquece nuestra comprensión del suceso que dividió a Chile hasta nuestros días. En esta contundente novela se reproducen los mejores rasgos del ex cronista de TVN, rasgos que unen indisolublemente al periodista y al escritor (que “usan las mismas neuronas”, como el propio Varas dijo por ahí), unidos en la proporción justa, para que el relato no sea seco como un reporte, ni excesivamente fantasioso, como una ficción pura. Varas, como no puede ser de otra forma, vierte su vida a las páginas, dando un testimonio vivo del devenir de la clase media y política de buena parte del siglo XX.
En esta novela, el autor cuenta la historia de Jaime (Varas), periodista bohemio y “bolchevique”, hijo del Coronel Román (Varas padre), a cuya muerte y funerales, asistimos en este libro, y con quien el protagonista tuvo una relación tirante y distante. En el racconto de la vida de Jaime y su padre, Varas entonces hace su juego, reconstruye la vida del Chile de los años cincuenta en adelante, haciendo siempre guiños a la literatura de la que ha aprendido (como lo es el recuerdo de Manuel Rojas, como cajero del Hipódromo Chile, uno de las decenas de oficios que desempeñó el autor de “Hijo de ladrón”, que fue obrero, linotipista tipógrafo, entre otros).
La escritura y la presentación de los personajes de “Milico” (libro en el que Varas ha trabajado durante años) dejan en evidencia también el innegable peso que el escritor argentino Manuel Puig tiene en el autor. Varas ha aprendido la lección de Puig, y reproduce la mirada intimista y sincera de “Boquitas Pintadas” o “La traición de Rita Hayworth”, pero a la chilena. Así, el autor de “El correo de Bagdad” pinta con precisión estilográfica los personajes vivos y densos que marcaron la vida de Jaime Román, y a su padre, al tiempo en que el país cae en la zozobra más negra, y de la que, por supuesto, hay que informar a toda costa.
La similitud con Puig (entre otros atributos) otorga a esta novela del cuñado de René Largo Farías una característica fundamental, la inteligencia en el recuento, y la imparcial justeza en la mirada de un período de nuestra historia. “Milico” era, al parecer, una deuda pendiente de José Miguel Varas, quizás una forma de hacer las paces, no solamente con su padre, sino con un país entero que se transfiguró, y sobre cuyo sufrimiento, Varas basó su trabajo periodístico más sobresaliente.
Esta novela es importante, útil, buena, entretenida, quizás fundamental… elíjase el calificativo que se elija, sí es un aporte para tratar de entender ese suceso de nuestra historia que hoy nos tiene, todavía, sin entender mucho de lo que somos. Como un tenista que confirma con su saque un quiebre de servicio, José Miguel Varas confirma por qué es el reinante Premio Nacional de Literatura.



José Miguel Varas
“Milico”
LOM, 2007, Santiago, 366 págs.






*Publicado originalmente en El Periodista N° 140, 2 de noviembre de 2007

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