viernes, 2 de febrero de 2007

Entre toque de queda y showbusiness

Hablar sobre antologías en Chile no es fácil. Una de las polémicas más insignes de la historia de la poesía chilena se suscitó por una antología notable (aquella famosa editada en los treinta por los “preciosos ridículos” Anguita y Teitelboim), y otras no tanto (como Zurita y sus “Cantares”). Hoy una nueva colección de obras poéticas sale al ruedo, la antología “Diecinueve. Poetas chilenos de los noventa” (JC Sáez editor, 2006), compuesta por la académica Francisca Lange Valdés.Quienes conocen a la mencionada compiladora (quien suscribe y la gran mayoría de los “poetas chilenos de los noventa”) saben el largo camino que ha debido recorrer esta antología para hacerse realidad. Años han pasado hasta que este libro puede estar hoy en nuestras manos, lapso en que no poca expectativa se generó en el concierto de vates chilenos que hoy rondan las cuatro décadas de edad. Para entrar en materia, primero hay que señalar que la aparición de todas las antologías es buena. Es mejor que existan a que no existan, incluso las mal hechas. Le hacen un favor a la obra de los buenos poetas (la de los malos se olvida sola) y a veces tenemos el placer de encontrarnos con alguien que sabe elegir. En este mismo sentido, a la hora de comentar este tipo de compilaciones, lo que se reseña principalmente es el criterio de selección del antologador. Francisca Lange, docente con abundantes credenciales, y muy al corriente del quehacer poético de sus coetáneos, aporta un prólogo más que interesante y completo, pues hay que señalar que estos poetas no son “en el aire”, sino que los define indefectiblemente la coyuntura en la que crecieron y se desarrollaron tanto como personas, así como escritores, esto es la dictadura del recientemente fallecido Augusto Pinochet. Lange rescata en su prólogo toda esta dimensión, reparando detenida y acertadamente en aspectos de la cultura popular de la época, que más allá de la mal entendida nostalgia, es necesario desentrañar para entender cómo se definió la cultura chilena de los años posteriores hasta hoy. Luego selecciona diecinueve autores, quienes en su conjunto dan cuenta de que existe una generación robusta -forjada al fuego del showbusiness y capitales padres poéticos como Nicanor Parra, Enrique Lihn, Gonzalo Millán, Rodrigo Lira y Juan Luis Martínez-, compuesta de grandes autores. Botones de muestra: Javier Bello, Alejandro Zambra, Leonardo Sanhueza, entre otros, nombres que hoy son representantes activos (varios de ellos le hacen un grandísimo servicio a la cultura nacional con la labor editorial que realizan), pujantes y calificados de la joven poesía chilena. Extraña es la ausencia de Germán Carrasco, hoy “exiliado” en Argentina, pero igual un nombre determinante del período, u otros que han sido citados en otras recolecciones, como Cristián Gómez, Rodrigo Rojas o Damsi Figueroa, mas Francisca Lange prefiere no hacer mayor aspaviento al respecto, pero quizás tenerlos en cuenta en el futuro no esté demás. Con todo, este libro es una rica y más que recomendable muestra de uno de los mejores ámbitos de nuestra literatura: los poetas.


“Diecinueve. Poetas chilenos de los noventa”
Selección de Francisca Lange Valdés
JC Sáez editor, Santiago, 2006, 429 págs.


*Publicado originalmente en El Periodista N° 122, 27 de enero de 2007