viernes, 27 de julio de 2007

Corto viaje hacia la noche

La muerte del poeta Gonzalo Millán, además de teñir especialmente de negro el 2006 literario (recordemos la partida de Stella Díaz Varín), sigue calando hondo en las editoriales nacionales, en particular a la de la Universidad Diego Portales. Antes de que se supiera el nefasto cáncer que terminó por causar el deceso del autor de “La ciudad”, este ya había publicado en este sello, y se aprestaba a lanzar otros volúmenes que compondrían una trilogía poética, que no sabemos si verá la luz. Igualmente, tras octubre, la editorial reeditó “Relación personal”, y hoy nos trae la obra final de Millán, su last, but not least, entrega.
Decir que Millán cierra con broche de oro con este “Veneno de escorpión azul” es, además de un cliché, una inexactitud, no porque la obra de Gonzalo Millán no haya sido relevante, sino porque la vida de poetas como Millán dista de poder cerrarse con un broche de oro. Sí Millán es sincero, y sigue el ejemplo de Lihn, de entregar una sinceridad total. Hacerlo de otro modo sería impropio, por la intachable elocuencia y contundencia de su poesía, la que estuvo siempre presente en el autor hasta sus últimos momentos.
Esta bitácora final se inicia el 20 de mayo de 2006 (fecha cercana a la entrevista que concedió a este medio) y culmina el 2 de octubre, 12 días antes de su muerte. Según se puede leer en las páginas de este libro, el aviso a Millán de que padecía cáncer de pulmón no fue un desafío para curarse, sino el inicio de los preparativos a una partida, que fue documentada en detalle por Millán, esto es, llenada de palabras, repletando cuadernos que hoy llegan a manos del lector. Gonzalo Millán no consigna todo lo que hace porque sí (toser, comer galletas, ir al Apumanque, hablar por teléfono, ser jurado de concursos de poesía, etc.) sino que lo hace para hacer lo que hizo en su obra inconfundiblemente, llenar de significado las palabras, y verter una pátina de trascendencia poética a su diario vivir, que en este libro se ve indefectiblemente trastocado por una macabra cuenta regresiva, ante la que no sirve lamentarse, sino alistarse, y no estar desocupado, ni dejar escapar cualquier verso, idea o imagen que transite por su mente.
Millán dice adiós en este libro, con dignidad y humanidad, con lenguaje preciso, y como siempre, con buena poesía.


Gonzalo Millán
“Veneno de escorpión azul”
Ediciones U. Diego Portales, Santiago, 2007, 321 págs.



*Publicado originalmente en El Periodista N° 133, 27 de julio de 2007
*Imagen: Francisco Javier Olea

viernes, 13 de julio de 2007

Nada más que la verdad

Si hubo alguien que capitaneó la intelectualidad occidental fue Susan Sontag (1933-2004), conspicua pensadora, ensayista, cineasta y activista estadounidense (más específicamente de Manhattan), fallecida hace dos años y medio. Hoy, la editorial Random House Mondadori nos presenta “Al mismo tiempo”, una serie de ensayos, introducciones y discursos de aceptación de algunos de los varios premios que jalonaron su eminencia intelectual.
Algo sucede cuando nos acercamos a personalidades como Sontag. Una vez superada la clara noción de estar frente a un peso pesado intelectual, producto de infinitas ávidas lecturas, y de la habilidad indispensable de vincular acontecimientos actuales y pensamientos punzantes, nos encontramos de frente con el ser humano que denota su hambre de conocer, de saber más, de humanizarse. Estos escritos son una muestra de aquello a lo que Susan Sontag consagró su vida, la persecución del conocimiento como estética, es decir, saber más para ser mejores.
De este volumen póstumo, destaca el ensayo que Sontag publicó en la revista The New Yorker, cuando el horror del 11 de septiembre de 2001 estaba aún muy fresco en la mente de los estadounidenses. En este escrito pone en entredicho el que los ataques a Nueva York hayan sido a “la libertad” o al “mundo libre”, señalando que eran la consecuencia de los actos de alianzas específicas que Estados Unidos había hecho. Así era Sontag, directa, fuerte, dura en casi todo momento, pero pocas veces desacertada, lo que naturalmente le granjeó tanto adeptos como enemigos.
Pero también este volumen no pasará inadvertido para los escritores, pues más allá de lo que se pueda decir de la narrativa de la propia Susan Sontag (una novelista fallida, muy a su pesar), sí es indiscutible que sabía bastante acerca de los lineamientos y proyectos de la literatura actual. Una píldora de su lucidez: “los escritores serios no sólo deberían expresarse de forma diferente del discurso de los medios de comunicación de masas, sino que deberían oponerse al zumbido comunitario de las noticias y los talk shows (…) los escritores deben liberarnos, estremecernos”.
Puede resumirse el afán intelectual de Susan Sontag en deseo irrenunciable de sacar a flote la verdad (término espinudo como pocos). Pero más que entrar en bizantinos debates acerca de qué puede ser la verdad, en el caso de Susan Sontag es sinceridad, expresada con una impecable elocuencia. Todo al mismo tiempo.



Susan Sontag
“Al mismo tiempo”
Ed. Random House Mondadori, Barcelona, 288 págs.



*Publicado originalmente en El Periodista N° 132, 13 de julio de 2007