viernes, 27 de abril de 2007

Haciendo Justicia

Una de las deudas pendientes que el mercado editorial tenía con la poesía chilena del siglo XX era la reedición de la obra poética de Alberto Rubio Riesco (1928-2001). Si bien se saldó una de ellas, queda todavía un largo débito para con los poetas más anónimos que llenaron de gracia las letras nacionales. Pero viendo la parte llena del vaso, más que bienvenida es esta “Poesía Reunida” (Ediciones UDP, 2007), una reparación más que necesaria con la obra de uno de los poetas más silenciosos que escribió en Chile.
Para hablar de la poesía de Alberto Rubio, debemos remitirnos no a la llamada Generación del 50, sino a un subgrupo más reducido y específico, compuesto de tres poetas: el propio Rubio, David Rosenmann-Taub y Armando Uribe, que comparten un contexto más específico y una escritura similar (signada por las formas y metros clásicos, adaptados al propio momento de los autores). Los dos primeros, hay que decirlo, existen y son conocidos casi por entera obra y gracia de Uribe, quien se ha encargado de difundir, con no poco entusiasmo la obra de sus cofrades. Y hay que decir también, que ambos lo superan en materia poética. Pasa con Rosenmann y pasa con Rubio (con quien compartió las aulas de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile), poetas más desconocidos, que se situaron exclusivamente en el silencioso oficio de la palabra, antes que incursionar en ámbitos más bullados, como la política y el comentario de la misma, como lo hizo Armando Uribe.
En el prólogo del libro, el poeta Juan Cristóbal Romero señala que hay rasgos en “La greda vasija” que anticipan “Poemas y antipoemas”, de Nicanor Parra. Esto no es así. Sí hay un alejamiento de lo nerudiano, pero Rubio y Parra no pueden estar más alejados entre sí, esencialmente por la forma. Ambos libros son incomparables, pues tal como Parra, la poesía de Rubio se alejó en ese momento del canon establecido por Neftalí Reyes. No anticipa la obra capital parriana, sino que va a unirse a ese séquito de libros sorprendentes y exquisitos como “Cortejo y epinicio” y “Los surcos inundados”, de Rosenmann-Taub, el Réquiem de Humberto Díaz Casanueva, o varios pasajes de Rosamel del Valle, entre otros.
Pero esta crítica es en sí misma otro feliz efecto de la reedición de la obra de Alberto Rubio, el que vuelva a hablarse de poetas como Rubio es la gran virtud de la reedición de sus obras, el sacarlas del olvido. Se ha elogiado este objetivo que tienen las ediciones de la UDP, y el mismo se mantiene. Se le ha hecho justicia a Alberto Rubio, esperemos que no sea el último.



Alberto Rubio
“Poesía Reunida”
Ediciones UDP, Santiago, 2007, 111 págs.



*Publicado originalmente en El Periodista N° 126, 20 de abril de 2007

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