viernes, 14 de marzo de 2008

El descubrimiento de una realidad distinta

El mexicano Sergio Pitol (Puebla, 1993) es conocido en el mundo de la literatura castellana como uno de las plumas más prominentes de la actualidad, además de ser una de las mentes más lucidas de la intelectualidad latinoamericana de la segunda mitad del siglo XX y de lo que va corrido del XXI. Su más que prolífica obra fue merecidamente premiada el año 1999 con el Premio Juan Rulfo, y en 2005 con el Premio Cervantes, galardones que de seguro se sustentaron en la sobresaliente labor de promoción cultural, traducción (notables son sus versiones de Gombrowicz y Conrad), ensayo y novela. Tanto así que hoy no es descabellado citar a Pitol como el escritor más consolidado de México, lo que en el concierto iberoamericano es bastante que decir.
La editorial española Anagrama lanzó recientemente al mercado la “Trilogía de la memoria”, un volumen que junta tres obras esenciales de Pitol, “El arte de la fuga” (su diario de viaje más allá de la “cortina de hierro” en los ochenta, gracias a sus cargos diplomáticos, pero en un trayecto pendular, volviendo a occidente, Roma, Barcelona, Chiapas), “El viaje” y “El mago de Viena”.
Pitol, abogado de profesión y agnóstico de religión, entrega una escritura elegante, de un estilo delicado, reposado y sutil, pero sustanciosa y colorida, galvanizado con una distintiva inteligencia en su relato, el que se transforma en algo mucho más que una bitácora ingeniosa y entusiasta, sino que es un periplo cultural (en el que no teme ensalzar con justicia lo bello, así como denunciar sin ambages la miseria y la poca cosa de la sociedad soviética), el detalle de las transformaciones del pensamiento y de la intelectualidad, muy a lo Sebald de “Los anillos de Saturno”, es decir, el periplo de un hombre que viaja, pero a su vez un hombre que lee, comprende y comenta la literatura como un excelente lector, antes que como un crítico juzgador y taxativo, como un creador humilde y maravillado antes que un teórico pedante y literatoso. La biografía señala que este estilo se habría forjado en la tormentosa infancia del autor, con una madre que muere ahogada en un río, un padre que fallece de meningitis, una hermana cuya vida sucumbe a la “desesperación”, a lo que se suma una feroz malaria que obliga al niño Pitol a pasar seis años en cama con Dostoievksi, Faulkner y Tolstoi por toda compañía.
La tónica del “Arte de la fuga” se mantiene en los restantes integrantes del conjunto, sin tener ese tufillo a refrito o repetición. En “El viaje”, el punto de partida es una breve travesía a la Unión Soviética en 1986, donde nuevamente la obra se resiste a la clasificación, liberándose de los géneros y haciendo la amalgama que solamente Pitol sabe hacer entre viaje y literatura, entre el repaso a Leningrado, Moscú y Tibilisi, la capital de Georgia, y la obra de sus recordados Tolstoi, Dostoievksi, Nabokov, Pasternak y Marina Tsvietáieva. La gran hazaña de Pitol es que se acerca a este mundo con la misma avidez que aquel niño postrado por la malaria, pero que ahora tiene la agudeza suficiente para retratar una sociedad que está cerca de desaparecer, dada la entonces en ciernes caída del muro de Berlín.
La libertad respecto de los encasillamientos genéricos pareciera demostrar el triunfo más bullado del autor en el tercer tercio del volumen, “El mago de Viena”, un libro que no es un diario de viaje, ni un ensayo, una reseña, un conjunto de perfiles humanos o una crónica, sino un radiante y contento ejercicio de superación de todo lo antes mencionado, donde lo que se trasluce son las claves creadoras del incansable e insobornable Pitol, para quien escribir es “un acto semejante al de tejer y destejer varios hilos narrativos arduamente trenzados donde nada se cierra y todo resulta conjetural; será el lector quien intente cerrarlos, resolver el misterio planteado, optar por algunas opciones sugeridas: el sueño, el delirio, la vigilia”. Por lo bajo, Sergio Pitol es un autor que ciertamente no se puede dejar pasar, y que ha superado con creces antojadizos apelativos que en el pasado lo alejaron del gran público hispano, (léase “escritor de escritores”), pero que hoy casi nadie deja de aplaudir y colocar, con entera justicia, en lo más alto que da la literatura castellana en esta época.

Sergio Pitol
“Trilogía de la Memoria”
Ed. Anagrama, Barcelona, 2007, 654 págs.

*Publicado originalmente en El Periodista N° 145, 14 de marzo de 2008

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