domingo, 1 de marzo de 2009

Retrato del artista como miserable profesor

Según lo que nos ha revelado Enrique Vila-Matas, es la vida la que configura a la literatura. Sumemos a esta más que elocuente sentencia del escritor catalán una pregunta mezclada con un toque de suspicacia, ¿no es acaso por una curiosidad, revestida de un conveniente intelectualismo, que entramos en el detalle de las vidas de los escritores? Este postulado se confirma al repasar los 47 movidos años de exilio autoimpuesto de James Joyce (1882-1941) en los cuales desarrolló lo más granado de su producción literaria, esa que ubicó al autor dublinés en el pináculo de la literatura del siglo XX. Dentro de ese ostracismo, destaca su período temprano, el que John McCourt repasa en extenso en su libro “Los años de esplendor. James Joyce en Trieste, 1904-1920”, obra que la editorial Fondo de Cultura Económica ha tenido la acertadísima decisión de editar en lengua castellana.
Hasta ahora la autoridad en James Joyce recaía en la figura del académico norteamericano Richard Ellmann, cuya biografía del autor, publicada originalmente en 1959, aún mantiene tras medio siglo de existencia, un reinado difícilmente rebatible, lo que sucede también en castellano, pues la investigación de Ellmann circula en nuestros anaqueles en un gruesísimo volumen editado por Anagrama. Esta meticulosa biblia joyceana instaló también una especie de silencio biográfico que en lengua inglesa –y por ende en la castellana- recién vino a ser roto por este libro de McCourt, que sin duda se empina como el trabajo sobre Joyce más importante desde la monumental y reverenciada biografía de Ellmann.
Pongamos algo de foco sobre John McCourt, un profesor dublinés de literatura, hoy residente en la ciudad de Trieste, quien además de seguir los pasos biográficos de Joyce se alza como la única personalidad académica capaz de hacerle el peso a Richard Ellmann. Sin embargo, el repaso del trabajo de McCourt dista muchísimo de emplazar una suerte de rivalidad entre ambos especialistas, quienes además de vivir en contextos espaciales y temporales distintos, han instalado –involuntariamente- un juego limpio, transformando sus trabajos en complementos ideales para desentrañar la vida y obra de uno de los escritores más importantes del siglo XX.
Volvamos a la cita vilamatiana, volvamos a mencionar cómo la vida configura a la literatura, y enfrentemos esa aseveración con el relato que hace McCourt (que en 2004 se adjudicó el Premio Commiso por mejor biografía) de la etapa triestina de Joyce. Si la vida configura a la literatura, entonces son, por decir lo menos, estoicos los procesos de generación de “Dublineses”, “Retrato del artista adolescente” y el inicio de “Ulises”, todos a partir de comerse paletadas bien llenas de miseria a orillas del Adriático. Pero esta relación mísero-creativa es solamente uno de los aspectos que guían el libro de McCourt, quien trabajó con fuentes italianas de primera mano para rastrear el duro e incipiente exilio de Joyce, donde el escenario, la ciudad hoy italiana de Trieste es no solamente decorado ni escenario, sino una entidad con un poder muy relevante en el modelado de las mejores obras de Joyce, en las cuales, incluyendo a “Finnegans Wake”, destilan influencias de este, a la sazón, puerto del imperio austrohúngaro, multilingual y muliticultural, con pujante actividad comercial, y con un efervescencia política protagonizada por los irredentistas italianos, ajetreo que solamente pudo ser aplacado por un hecho de un calibre como la Primera Guerra Mundial.
Un Joyce político, un Joyce botarate, derrochador, mal administrador de sus escasos ingresos, un Joyce despectivo, melómano y emprendedor (fue un pionero de la industria del cine en su despreciado Dublín), un Joyce que trataba a su hermano Stanislaus como si fuese su junior, un Joyce que luchó por casi una década para que le publicaran los hoy indiscutibles cuentos “Dublineses”, un Joyce fascinado por lo judío (material cardinal para la creación de Leopold Bloom, uno de los antihéroes más insignes de la literatura moderna) a lo que se acercó especialmente por su labor como profesor particular de inglés, y que contó entre sus alumnos a su querido Italo Svevo (o como prefiere denominarlo McCourt, por su nombre verdadero Ettore Schmitz), esas son algunas de las facetas del autor irlandés descritas en el libro, traducido al castellano por Juan José Utrilla, traducción encomiable porque logra conservar la meticulosidad investigativa y a la vez la atrayente afabilidad de la prosa de McCourt.
Tras revivir estos “años de esplendor” queda meridianamente claro que el cruce entre James Joyce y Trieste es quizás uno de los más prósperos que haya ocurrido en la literatura universal. Basta reparar en Ulises, ese mosaico inigualado y de chúcara clasificación. ¿Sería el mismo libro si es que James Joyce no hubiera entrado en contacto con el irredentismo italiano, el socialismo europeo continental, o con el feroz Futurismo de Marinetti, o si Joyce no hubiera tenido como pan de cada día, el trato con eslovenos, croatas, serbios, griegos, italianos, alemanes, húngaros y austriacos, todos ávidos de imponer su cultura, lenguaje y religión sobre la otra?
El título original en inglés es, -como no podría ser de otra forma al hablar de James Joyce- un pun, un juego de palabras, pues “The years of Bloom”, además de esplendor, es también la época del florecimiento (bloom), el florecimiento del escritor clave de un siglo donde la novela llevó las banderas de la literatura, y del personaje (Bloom) de la odisea literaria más connotada de la narrativa contemporánea. Si la idea es conocer a James Joyce, este libro de John McCourt es ineludible, no sólo por la sustanciosa y acabada investigación que aporta, pues McCourt, -por si lo anterior fuera poco- soporta su trabajo en una narrativa harto legible y amena. Combinación feliz y nada frecuente en la ensayística literaria actual.


John McCourt
“Los años de esplendor. James Joyce en Trieste, 1904-1920”
Ed. Fondo de Cultura Económica/Turner, México, 2002, 360 págs
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*Publicado originalmente en Hueders N°3, marzo de 2009

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