miércoles, 20 de mayo de 2009

Puro periodismo

Lo hemos dicho en otras ocasiones y lo diremos nuevamente, estimado lector: la crónica goza de excelente salud y se expande con rapidez. Dentro de la narrativa la crónica es, con holgura, la modalidad que ha dado los resultados más felices. Juan Pablo Meneses, Francisco Mouat, el indiscutible Pedro Lemebel, Roberto Merino, y ahora el periodista Werne Núñez (Quintero, 1975) lo confirman.
Del último de los mencionados, editorial Norma ha publicado “Crónicas de un subnormal para gente inteligente” (2008), volumen que reúne los particulares trabajos periodísticos que Núñez ha realizado para varios medios de prensa escrita. Empecemos señalando, eso sí, que el título del conjunto es algo desafortunado y forzado (innecesaria la autoflagelación del autor, innecesario el lisonjeo al lector), y que la portada tampoco es muy feliz, con una imagen del corazón (alguien dijo, erradamente, que era carne de chancho) con textura de papel mural (que se descascara con una sola pasada de uña) y un pobre “photoshopeo” de solapas que no entra en sintonía con el contenido interior, bien diagramado e impreso en buen papel.
En cuanto al texto, la lectura del trabajo de Núñez da cuenta de la calidad de su autor, miembro de ese cuadro honor de los periodistas portátiles (término acuñado por Juan Pablo Meneses), de ese periodismo alternativo de revistas “tan ABC1”. Experimentado reportero, Núñez ha pasado por diversos medios, destacando su fogueo en la Zona de Contacto, esa taquillera cantera de narradores de disímil devenir; valga esta mención porque el sello de la “Zona” –suplemento en el que Núñez llegó a ser editor- se ve en la escritura del autor, más allá de que algunas de las piezas consignadas en el libro aparecieron en ese suplemento. ¿A qué nos referimos al hablar del sello de la “Zona”? nos referimos a una escritura que rezuma desplante, una escritura que no deja de mostrar que el periodismo de autor tiene un peso, y una escritura que tiene como norte lo pop (o freak, si se quiere usar esa deleznable palabreja), aunque sea su lado B. Así es posible ver las caras más ocultas –y menos amables- de personajes que han dado para la risa y el escarnio, como Salo Luna, el manufacturado perro “Cosita” y el “Papurri” Piñera, junto con otros más anónimos que –y he aquí el verdadero valor periodístico/literario del libro- tienen una intríngulis oculta que se sacó de las anónimas sombras, como los evangélicos de Curanilahue, o los inmigrantes africanos residentes en Chile.
En todo caso, estimado lector, lo antedicho son, en buena medida, mocedades de estilo, veleidades que salpimientan un trabajo escritural correcto y efectivo. Ciertas cuestiones momentáneas de tono, si se quiere. Werne Núñez tiene los elementos básicos e indispensables para conformar el cuadro del buen cronista: buena pluma, valentía y la voluntad y tenacidad del sabueso. Ir siempre tras la historia, sea de la naturaleza que sea, sea donde sea, sea con o contra quien sea.
La contraportada del libro (espacio que, como se sabe, da para cualquier cosa) incluye el eslogan “crónicas escritas desde el mejor periodismo literario”; dejando de lado el obvio carácter publicitario de la frase, hay que decir que aquí hay más periodismo que literatura. Abundan los que han debatido y tratado de borrar las fronteras entre ambas disciplinas (desde García Márquez para abajo), pero en esta pasada gana el reporteo a las claras. Otros se ocuparán del mentado debate periodístico-literario, acá diremos que Werne Núñez es más periodista que nada, y no le apetece ser otra cosa. Y ya que el autor se metió en el mundo infantil chileno mediante el retrato de uno de sus íconos más ilustres, como lo es Roberto Nicolini, usemos la cortina de “Cachureos” para describir a Werne Núñez, y a todos sus cofrades, que se empeñan y logran con éxito enaltecer a la quizás más vilipendiada de las profesiones, el periodismo, pues se bajan de aviones o buses, exploran dentro y fuera de un computador, son siempre investigadores y audaces periodistas, y que en más de una ocasión -ya sea el deber o el gusto- se disfrazan para hacerse los artistas.


Werne Núñez
“Crónicas de un subnormal para gente inteligente”
Ed. Norma, Santiago, 2008, 185 págs.


*Publicado originalmente en El Periodista N° 171, 20 de mayo de 2009

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