lunes, 20 de julio de 2009

Empoderando la poesía

Se dice que nuestros jóvenes poetas son buenos lectores, que nuestras nuevas camadas miran hacia atrás sin ninguna vergüenza, que nuestras novicias generaciones van al rescate de las precedentes, que las releen y las reescriben. Todo esto, y mucho más, es completamente cierto en lo que se refiere al trabajo que hacen nuestros poetas más noveles. Lo que también es certero y comprobable es que nuestros poetas beben de fuentes primarias como Enrique Lihn y Nicanor Parra, trabajan reeditando a próceres olvidados como Rosamel del Valle o Gustavo Ossorio, y también ponen mucho ojo a lo que se escribe –y escribió- en Estados Unidos. Casos sobran. Un ejemplo ilustrísimo, -y digno de publicitar hasta en las puertas de los baños públicos, de ser posible-, es la importantísima traducción que Rodrigo Olavarría hizo de “Aullido”, el gran poema de Allen Ginsberg, que más encima publicó Anagrama, dándole difusión hispanoamericana a la labor de Olavarría. Y antes, reductos como la revista Plagio y la Escuela de Literatura Creativa de la UDP han sido tribuna y semillero, respectivamente, de jóvenes traductores de poetas norteamericanos.
Así las cosas, la publicación del libro “Una poética activa. Poesía estadounidense del siglo XX” (Ediciones UDP, 2009), obra del curador y crítico de arte británico, nacionalizado español, Kevin Power (1944), es oportuna y útil. Siempre es oportuna y útil la publicación de ensayos de calidad, puesto que hay una buena masa de poetas que están creando y pensando sus propias poéticas, tomando en cuenta la estética, formas y estilos que Estados Unidos ha tenido a bien (y muy bien) desperdigar por el mundo.
Un tema recurrente en trabajos de revisión del quehacer artístico es la selección de autores. Este ítem es habitualmente el callejón sin salida al hablar de libros como este de Kevin Power (editado primeramente en los años 70, y cuya actual publicación es una tercera versión), o bien de variadas antologías de poesía chilena que se han publicado en los últimos años. Que faltó este, que sobra este otro, ¿y qué pasó con Fulano? ¿Mengano está y no Perengano? En este caso, tales preguntas son casi irrelevantes. Sin decir tampoco que la selección de Power sea perfecta, sí es acorde al prólogo que el autor incluye, en que nos deja claro que los autores seleccionados muestran en sus obras, en su pensamiento y en su trabajo, un activismo movilizador, sobre todo en empujar más allá las fronteras del lenguaje. Habla el mismo Power: “una poética quiere decir una actitud ante la vida desprovista de autoconmiseración por una cultura burguesa (…) No es una poesía que emerge pasivamente en un paisaje ya cargado de descripción, sino una poesía que ya conoce su camino (…) A estos poetas les atañe no sólo la experiencia humana, sino el acto de vivir”. Para Power, la emoción y la intensidad de la experiencia son la gran referencia, y modelan el poema y la poética.
No es un tema de activismo político, de lo contrario se habría incluido a autores como Robert Lowell, por ejemplo. No es tampoco un tema político-ideológico, por esto mismo la presencia de Pound no es para nada polémica –ni siquiera es discutible-, puesto que hoy es de consenso mundial que el autor de “Con usura” es urbi et orbi reconocido por su aporte mayúsculo a la configuración de la poesía en lengua inglesa del siglo XX, antes que otra cosa. Es posible que, a partir del hecho incuestionable que Estados Unidos instaló nombres poéticos tremendos durante el siglo XX (Edgar Lee Masters, Carl Sandburg, T.S. Eliot, Wallace Stevens, Hart Crane, Langston Hughes, Rita Dove, et. al.), se “eche de menos” a uno u otro autor; caer en este ejercicio es perder el tiempo. En este sentido, bien sabios fueron Power o sus editores (quien corresponda) de no utilizar artículo definido en el subtítulo, pues si se agrega un “la” delante de “poesía norteamericana del siglo XX”, otro gallo habría cacareado. La ausencia de dos letras indica que Power no tiene pretensiones enciclopédicas, canónicas ni totalizantes en su trabajo.
Power, -ex subdirector del Museo Reina Sofía- aporta quince ensayos donde estudia con meticulosidad y cariño a autor y obra. No es menor el hecho de que Power haya conocido a muchos de estos autores personalmente, y mucho menos el que se note en su escritura un claro afán de estudiar una obra con entusiasmo, pero a la vez con rigor, pero no un rigor hostil con el lector de a pie, sino amable –clave en la ensayística existosa-, aderezado con los siempre bienvenidos fragmentos poéticos. No le escapa a contubernios como el consumo de drogas del beat Ginsberg, y lo equipara al empleo que hace Gary Snyder del budismo zen.
En definitiva, la aparición de este libro es feliz por la calidad de su contenido (hoy, a más de 30 años de su primera publicación es material de consulta insoslayable), el tema que trata, por el que ensayos de este calibre se haya reeditado en Chile (con la ampliación del corpus con las inclusiones de W.S. Merwin y John Ashbery), entre otras cosas. Un acierto por los cuatro costados.


Kevin Power
“Una poética activa. Poesía estadounidense del siglo XX”
Ediciones UDP, Santiago, 2009, 374 págs.

*Publicado originalmente en Revista Grifo N°15, julio de 2009

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