viernes, 6 de agosto de 2010

Con ritmo seguro

Como bien se ha apuntado en algún blog literario local, el único de los candidatos a calzarse al cuello la medallita del Premio Nacional de Literatura 2010 que ha publicado este año es Germán Marín (Santiago, 1933). En este caso es “Compases al amanecer”, una obra publicada por la editorial Hueders, parte de la distribuidora Hueders, que ha ampliado su giro, y de la importación y distribución de importantes sellos mexicanos y españoles, como Sextopiso y Periférica, ahora ha pasado a la edición de libros. Y tal como lo ha hecho en la labor distributiva, editorialmente Hueders hace una labor interesante, destacándose por un diseño elegante, y una diagramación que tiene buena voluntad con la lectura. De todas formas, pareciera que esta inversión en diseño se ha traspasado al usuario, puesto que el libro cuesta cerca de 14 mil pesos en librerías, algo elevado para un producto nacional.
Volvamos a Germán Marín y los “Compases”. Este libro es una colección de pequeños relatos, de los cuales muchos de ellos operan como reversos de sus obras pasadas. Se repiten personajes y situaciones, y lo que en rigor sucede en varios pasajes de este libro con nombre radial, es que se instala el juego en la obra de Germán Marín, variante más que llamativa en una obra de suyo sólida, con una personalidad bien definida y distinguible.
Los personajes de Marín son los mismos que hemos visto en sus libros anteriores, los escenarios y los tiempos también. Continúa en este volumen el ejercicio memorialístico que se mueve incansable con un fraseo, con un ritmo producto de una de las plumas con más oficio en la literatura castellana de estos días. Esas cualidades que son la especialidad de la casa se presentan en este libro, con la vuelta de tuerca que hace Marín al tender puentes con su obra publicada, con sus personajes que son gajos de él mismo y su pasado, pero que ahora son caracteres de los cuales tenemos la chance de verlos desde otro ángulo, lo que constituye un acertado ejercicio de estilo, y al mismo tiempo la patente de corso de una obra que es capaz de revitalizarse, de volver a hablar sin que la fuercen artificiosamente, manteniendo abierto un discurso (la propia obra de Marín) que es tan vivo y urgente como el acto de recordar y reflotar los actos más oscuros de quienes vivieron el oscuro pasado de Chile, y articular la actualidad desde ahí. Marín hace el desdoble con sus obras pasadas, sin perjuicio del funcionamiento que estos fragmentos o narraciones (también se superan acá las convenciones genéricas) tienen por sí solos en este libro.
Así las cosas, vuelven a desfilar Miguel Sessa, Enrique Lihn, el retornado de Francia que se gana el odio de unos ex camaradas en un asado, y terminan asesinándolo, entre otros personajes, a los que se suman nuevos, y escritos como “No hay mejor espejo que la tinta (I)” y “No hay mejor espejo que la tinta (II)”, donde Marín expone su ethos del escritor. Todo un conjunto de un Marín que es uno, y el mismo. Más que suficiente para hacer un buen libro.

Germán Marín
“Compases al amanecer”

Ed. Hueders, Santiago, 2010, 134 págs.

*Publicado originalmente en El Periodista N° 196, 6 de agosto de 2010

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