viernes, 1 de julio de 2011

La gloriosa planicie de todos los días

Dentro de los escritores chilenos, Alejandra Costamagna (Santiago, 1970) no solamente se ha consolidado como una de las plumas más respetadas, sino que ha conseguido superar, a punta de buena literatura, el enojoso encasillamiento de género, o de la pelotuda dificultad de la sucedánea dualidad periodista/escritor. La aparición de Animales domésticos (Mondadori, 2011) no hace más que confirmar que Costamagna, premiada y hace rato consagrada, está en la primera línea de nuestros escritores, lo que puede que no sea mucho, así como tampoco es bicoca.
Autora de una literatura que se sustenta en el pilar de lo no dicho, en los desastres íntimos, en los pequeños cataclismos puertas adentro, como se puede apreciar en libros como Cansado ya del sol (2002) y en la elogiada novela Dile que no estoy (libro que fue finalista del premio Planeta – Casa de América 2007), la última entrega de Costamagna sigue esa línea temática, donde la procesión va por dentro, mientras que por fuera una prosa tenue, elegante y acabada va configurando un decidido panorama emocional, volviendo, tal vez, al ámbito de Últimos fuegos (2005).
En una entrevista a raíz de Dile que no estoy, la autora señaló que le “interesan esas presencias domésticas, las banalidades incluso”, ese interés se mantiene vivo en este conjunto de once cuentos, donde las mascotas, integrantes con ventaja del paisaje casero, son contrapartes de las truncas señas sensibles de los personajes. Están los tropezones, las trizaduras del diario vivir, pero también está el negro absoluto, pues la autora no le hace el quite a temas como la muerte.
Los animales de estos relatos -gatos en una aplastante mayoría- entran en el juego con el afecto de los humanos, juegan con el abandono, las ganas de ser querido. Costamagna propone el contrapunto, hay animales que no encuentran dueño, así como hay personajes que no pueden atar cabos con su sensibilidad. Hay duelos por personas que mueren, y también por animales que mueren, transformando a Animales domésticos, en el reverso serio de otros libros que han abordado las rarezas de la relación hombre-mascota, como Evelyn Waugh.
Puntos altos de este libro, los cuentos “Patanjali” e “Imposible salir de la tierra”, donde, tal como los gatos que pululan mudos por ahí, transita la muerte, parte, como no, de la vida de todos los días, y que alcanza un pináculo en “El único orden posible”.
Fiel a su sana costumbre, Alejandra Costamagna entrega un libro bien hecho, justito, donde no sobra nada. El oficio que le ha valido un nombre en la literatura chilena, hoy también le prodiga a los lectores locales una de las novedades editoriales más importantes de la temporada.


Alejandra Costamagna
“Animales domésticos”
Ed. Mondadori, Santiago, 2011, 143 págs.


*Publicado originalmente en El Periodista N° 205, 1 de julio de 2011

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