lunes, 16 de enero de 2012

Irreversible

La literatura de Pablo Torche (Santiago,1974) no es fácil. Corrección, Pablo Torche es un escritor que se esfuerza por plantear una literatura de apuestas. Esto fue particularmente notorio con Acqua Alta (2009), la primera novela de Torche, quien antes se desempeñó en el ámbito del cuento, donde su libro En compañía de autores le ganó la atención del público lector. Volviendo a las apuestas, en esta pasada se trata de Filomela (Emecé, 2011), la última entrega de este autor, que tampoco se la deja fácil al lector nacional.

Todo comienza con la recreación que hace Torche del mito de Procne y Filomela, ambas hijas del rey Pandión de Atenas. Procne, casada con el héroe Tereo de Tracia, tenía deseos de ver a su hermana, por lo que envió a Tereo a Atenas en busca de Filomela para llevarla a Tracia. Tereo se encandila con Filomela y la viola nada más llegar a destino. Esos grandes rasgos los cubre luego la adaptación del mito en clave marginal en el Santiago de nuestros días, donde Tereo es “El Tera”, vendedor de golosinas en micros, marido de Procne y padre del “Iti”. A estos tres personajes, se sumará Filomela, quien reside cerca de Los Ángeles, región del Biobío, y que luego irá a la ciudad, llamada por su hermana, para pasar una temporada.

Volvemos a reflotar lo antedicho sobre la apuesta literaria, puesto que es de suyo delicado trasladar la tragedia griega a nuestros días. La tragedia griega tiene dos características: su destino es inexorable, y todos quienes componen la historia saben que las consecuencias serán funestas, y no pueden hacer nada por evitarlo. Pues bien, trasladado al contexto marginal en que el grueso se desarrolla, podemos sacar en limpio que el autor casi no deja esperanzas a los personajes. Les es imposible escapar de un hado aciago. Considerado este determinismo, Procne no logra que su marido aporte más dinero al hogar, éste –Tereo- cae en la delincuencia, la juvenil y apetitosa Filomela cae en las garras de su cuñado.

Así las cosas, queda por dilucidar claramente qué es lo que nos propone Pablo Torche, tal vez una velada crítica a una sociedad tomada firmemente por el cuello por la obscena desigualdad imperante, o si realmente este escenario chileno de clase baja se repetirá por los siglos de los siglos, sin que nada ni nadie pueda aportar un poquito de ilusión, de fe en el progreso. Notas aparte en lo formal. Es de suyo complicado reproducir el habla popular, dada la rapidez con que cambia este lenguaje, que deja muy atrás al uso en literatura. Baste señalar que hasta hoy persisten dudas sobre cómo utilizar bien en letra impresa la palabra culear, ya sea como insulto o referencia al acto sexual.

Lo que es efectivo es que Pablo Torche no ha querido hacer la gran West side story, y nos entrega más bien un Caluga o menta novelado, una novela que es una suerte de portazo social, donde incluso Dios abandona la escena: “Dios no está ni ahí con nosotros”, señala el Tera en algún momento. Se instala la desesperanza total, un negro determinismo, avalado incluso por los personajes, como Filomela que dice “creo que la gente que sufre es porque, en el fondo, le gusta andar sufriendo”.

Pablo Torche
“Filomela”
Emecé, Santiago, 2011, 96 págs.

*Publicado originalmente en El Periodista N° 211, enero de 2012

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