jueves, 5 de abril de 2012

El maestro del engaño

El deceso del periodista chileno Guillermo Hidalgo (1963-2009) significó una tragedia. Pero una tragedia en sordina, que igualmente se las arregló para instalar el halo de tristeza y extrañeza dada la forma en que Hidalgo abandonó este mundo, no cayendo de un avión poblado de figuras televisivas y perdiéndose para siempre en el Océano Pacífico, sino que en la soledad de un departamento santiaguino.
Para recordar su trabajo, la editorial Catalonia puso en librerías el libro Crónicas para perdedores, una recopilación de los mejores escritos de este periodista que, dirán los tirados al romanticismo reporteril, era “de raza”, su ambiente natural eran las redacciones de prensa, y por toda compañera fiel, su grabadora. Nota aparte: se está empezando a abusar bastante del adjetivo perdedor, sea por una influencia estadounidense, o por cualquier cosa, nos estamos habituando a ver blogs para “perdedores morenos”, o cosas por el estilo, para perlar de glamour un vocablo negativo en esencia. Además, ¿quiénes son los perdedores en esta pasada?, ¿los lectores de este libro?, ¿los Hidalgos del mundo? Ojo con el abuso.
Como buena pieza periodística de calidad, este libro de Hidalgo se lee en cuestión de minutos. La prosa diligente, la temática de real interés y la habilidad para develar el interesante e insospechado aspecto de personas y hechos, caracterizan al buen periodismo. Pues bien, eso está presente en este libro compuesto de crónicas, artículos de opinión y entrevistas que el autor publicó en vida en diversos medios como las revistas Qué Pasa, The Clinic y la legendaria Fibra, entre otros.
Sin embargo, la mejor cualidad de Hidalgo no es periodística, sino literaria. Ésta se obsequia al lector en la sección IV de este libro, titulada “Seudónimos”, y que tiene un compendio de los personajes que interpretó el autor, mediante columnas de opinión, principalmente en las páginas de The Clinic. De estos personajes sobresalen Lenin Peña y Chupete Aldunate, personajes que son la personificación de un país que sigue irremediablemente tensado y dividido desde 1973. Ambos son subproductos de ese quiebre nacional. Peña, por cierto allegado a la izquierda, y el Chupete Aldunate un retrato casi al dedillo de esa derecha que aún vegeta en este país, con sorprendente poder. En estas hilarantes columnas, Hidalgo demostró dominar de forma inusual la farsa, y descolló mucho más que casi cualquier aspirante a fotografiar “lo nacional”. Hidalgo demuestra en estos caracteres su pródigo ojo, y su capacidad para hacer reír y a la vez pensar un poco en cómo somos, nosotros, los perdedores.

Guillermo Hidalgo
“Crónicas para perdedores”
Ed. Catalonia, Santiago, 2011, 166 págs.


*Publicado originalmente en Revista Intemperie, 5 de abril de 2012