viernes, 20 de diciembre de 2013

La historia con bigotes



La obra de Rafael Gumucio (1970) presenta diferencias. Cuando intenta la ficción parece no poder arrancar del todo, mientras que en la no ficción Gumucio demuestra la seguridad y el oficio que le han hecho un nombre en las letras locales. Esto, que se palpa en un libro prodigioso como Monstruos cardinales, también se percibe en Historia personal de Chile. Los platos rotos: de Almagro a Bachelet, reedición del libro de 2003, que tenía menos apellidos y se llamaba simplemente Los platos rotos. En su inflación onomástica, el libro incluye en su portada la palabra mágica de este año electoral: Bachelet.
            Este variopinto revival a cargo del sello Hueders contempla no sólo el comentario de momentos y personajes señalados de casi medio milenio de historia nacional, sino también el perfil literario, estampas de familia, un sainete más bien descartable y algunos versos de ocasión. Con disímiles instrumentos Gumucio se atrinchera para materializar el plan que tiene con este libro: “contrapesar el manual de Frías Valenzuela”, como lo expresa Rafael Gumucio en una de las afiebradas interpelaciones a Nicanor Parra que operan de prólogo en esta pasada. En buenas cuentas, dibujarle bigotes, cuernos y dientes negros al monolítico retrato de nuestra historia.
            El libro se despliega como una tromba impetuosa (que en su primera edición el autor indicó que debía ser leído como una novela), dividida en cuatro grandes partes, pobladas de afirmaciones sagaces, y también con unos cuantos disparos a la bandada. Su definición de Manuel Montt lo ilustra: “Manuel Montt es el ilustre inventor de esa mediocridad elevada a la categoría de virtuosismo, de esa brillante ausencia de brillo que retrata al funcionario chileno. Es el modelo que imitan hasta hoy los vendedores de cortadoras de pasto, de seguros y de perritos de porcelana”. Fiel a su estilo escritural, Gumucio entrega un conjunto de taxativos contrapuntos que son una alternancia de aciertos y embelecos, de floreos y arbitrariedades, no desprovistas de inteligencia, sin embargo. Esto último se desarrolla, por ejemplo, en las apostillas literarias, tal vez el ámbito que más domina el autor y del que no debiera alejarse demasiado. Así se ve, en los textos dedicados a José Santos González Vera, Juan Emar, Pablo Neruda y Gabriela Mistral, que resaltan por sobre el resto del conjunto, en esencia porque el autor reduce el cantinfleo y habla con precisión de un tema que domina, la literatura, como ya lo hizo en el libro de crónicas literarias La situación, editado en 2010.  
            El plus que incluye la versión 2013 de Los platos rotos es el comentario de hechos y actores en boga, a saber las marchas estudiantiles y personalidades como Sebastián Piñera y Michelle Bachelet. Acá el autor es más certero, pues habla de experiencias directas. Mientras al primero Gumucio lo define como un “cúmulo de contradicciones que no sabe ni quiere asumir”, sobre la última sentencia: “La presidenta Bachelet ha demostrado tener un gran sentido del momento. Nos falta saber si tendrá un gran sentido de la historia”.
            De esta forma, impromptu tras impromptu, este libro concluye sin dejar claro qué podría ser esa idea llamada Chile, lo que tampoco es un problema. Sí se percibe el afán de desenchufar el gran relato nacional mediante la exposición algo hiperbólica de los personajes y sucesos que la moldearon. En un punto del libro es el propio autor quien intenta definir esta imprecisa bruma: “De ahí que estas páginas quieran ser chilenas y no lo sean. Cuento mi desencuentro. Quizás por esto esta historia de Chile es extraña. Me acomodo a un país que no quiero que esté cómodo”.
            Con todo, este recauchado examen-país de Gumucio tiene harto de vigor y nervio, un vigor astuto, pero atarantado, que, de todas formas, suscita la discusión y la reflexión de un país que hoy navega, entre aniversarios redondos y elecciones presidenciales, con rumbo desconocido.

Rafael Gumucio

Historia personal de Chile. Los platos rotos: de Almagro a Bachelet

Hueders, Santiago, 2013, 213 págs.

*Reseña publicada: http://bit.ly/GumucioLUN

0 comentarios: