martes, 11 de febrero de 2014

El fracaso de la paz



Hace un siglo Europa era un polvorín a punto de estallar. Este año se conmemora un siglo de aquel estallido que reconfiguró para siempre la historia del mundo. Los europeos esperaban una guerra cortita. Algunas semanas y listo. Lo cierto es que la carnicería de la Primera Guerra Mundial se prolongó por cuatro años. Fue un  momento en el que la historia se abisagró, qué duda cabe, pero el libro 1914. De la paz a la guerra, obra de la historiadora y académica canadiense Margaret MacMillan nos ilustra todo lo que antecedió a la Gran Guerra, pero sin la enumeración de manual de las causas de un conflicto, sino con las historias que desembocaron en el conflicto, historias en las que, sorprendentemente, la paz se procuró en muchísimas ocasiones, hasta que simplemente no se pudo más.
            Este voluminoso libro rastrea los caminos que condujeron a la guerra desde el punto de vista de los protagonistas, las potencias y sus gobernantes, y los momentos en los cuales estas personalidades tuvieron las opciones de torcerle la mano al destino. De esta forma es posible concluir que la Gran Guerra no fue, en ningún caso, obra de un hado oscuro. La guerra fue una opción.
            Margaret MacMillan construye un relato informado, ágil y de una novelesca capacidad evocativa (el panorama que pinta MacMillan de la vida europea a principios del siglo XX casi no tiene desperdicio), donde la autora mezcla acertadamente todo su bagaje investigativo (fundado esencialmente en revisión de biografías, memorias y otros documentos), además de incluir una perspectiva personal, al ser ella nieta del ex primer ministro inglés David Lloyd George, así como el rescate de una dimensión cultural. De esta forma, la autora revisa, sin ser pastosa ni densa, diversos episodios de la diplomacia europea a partir de 1900: guerras intestinas (los Balcanes), tratados, alianzas entonces insólitas (como la llamada entente cordiale entre británicos y franceses), crisis internas, revoluciones en ciernes, entre otras. Pero al centro del escenario salta la rivalidad enconada entre Alemania y Gran Bretaña, donde la primera era gobernaba por, en buenas cuentas, un cabro chico llamado Guillermo II. Aprovechando que el manoseo de nalgas por parte de autoridades vuelve a estar en boga en Chile, el káiser, harto bueno para la chacota, hizo enfurecer al rey de Bulgaria luego de pegarle una palmada en el traste. En todas partes su cuecen habas, como se ve.
            El 28 de junio de 1914, Gavrilo Princip asesinó al archiduque austrohúngaro Francisco Fernando. Ése es el hecho que todos alguna vez aprendimos como la causa de la guerra, el casus belli, si hay que recurrir al latinazgo. 65 millones de personas sirvieron en alguno de los ejércitos movilizados, 9 millones murieron y 20 millones fueron heridos, países como Serbia perdieron el 15% de su población. Ese fue el saldo pero, ¿qué ocasionó todo esto?, ¿quién fue el culpable?, ¿Alemania?, ¿la carrera imperialista?, ¿los contactos entre países de un continente plagado de cortocircuitos?, ¿el proceso en el que los principales países del globo se armaron hasta los dientes? Todo puede ser. Lo que resalta en el completo recuento que hace Margaret MacMillan de los caminos que llevaron al conflicto y de los temperamentos de los protagonistas de la época, es que la paz, que se había mantenido en una Europa que florecía bajo la luz de la próspera industrialización, se hizo trizas por completo, cambiando la historia para siempre.
           

Margaret MacMillan
1914. De la paz a la guerra
Turner, Madrid, 2013, 847 págs.

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