viernes, 14 de marzo de 2014

Hablemos en plata



Hablar de clases sociales y de dinero suele ser algo peliagudo, pero si a esa mezcla agregamos la literatura, puede surgir algo bien interesante. Ése es el carácter predominante en el ensayo Valiente clase media. Dinero, letras y cursilería, obra del escritor mexicano Álvaro Enrigue, uno de los narradores hispanoamericanos más encumbrados de la actualidad.
El libro se divide en cinco partes, en las cuales Enrigue relaciona procesos económicos y obras de las letras latinoamericanas, acudiendo a heterogéneos momentos del pasado libresco del continente como el modernismo de Rubén Darío y Manuel Gutiérrez Nájera, Manuel Antonio Carreño y su archiconocido Manual de buenas maneras para enfrentar la inminente independencia, los cronistas jesuitas del siglo XVIII afincados en Roma, entre ellos el Abate Molina, y el proyecto poético de Sor Juana Inés de la Cruz, que alternaba con sus labores de contabilidad en un convento, momentos que son analizados desde una óptica monetaria y siútica.
Utilizando la literatura como insumo principal, Enrigue relata los cruces entre literatura y procesos económicos en la construcción de un espacio y una cosmovisión: el continente moderno latinoamericano. No es extraño entonces que el autor recurra a críticos literarios como el uruguayo Ángel Rama. A medida que el volumen avanza se ilustra la tensión que surgió del ascenso de las clases medias y su sempiterna aspiración arribista y cursi de ser lo que no se es mediante las apariencias, configurando la “estética del pobre con aspiraciones”. Detengámonos un momento al hablar de lo que se entiende por clase media, algo harto escurridizo, puesto que la forma más socorrida de definirla es mediante encuestas e indicadores macroeconómicos, donde la cantidad de dinero que gana un ciudadano marca en qué parcela socioeconómica se halla. Un criterio que, a pesar de ser pragmático, es insuficiente y difuso como para definir al dedillo un estrato social bien heterogéneo, y que engloba un montón de identidades, imaginarios y sensibilidades y que salen a la luz a través de manifestaciones culturales como la literatura, lo que se ejemplifica en este libro.
A la hora de los retratos, Álvaro Enrigue no es nada complaciente, puesto que no tiene ningún problema en dibujar a un poeta consular de Latinoamérica como Rubén Darío como un trepador, un zángano cuya máxima aspiración de vida era, mediante la notoriedad que alcanzara su poesía, no trabajarle nunca un día a nadie y dedicarse a flojear y escribir los versos más afectados que el idioma castellano pueda tolerar. Enrigue tampoco se complica en hablar del Manual de Carreño y describirlo como una obra ultraconservadora a la que faltan tablas para el puente, “hay mucho de ridículo en invocar a Dios y sus consecuencias con el objeto de ilustrar la manera correcta de comer la sopa”; o describir la obra de los cronistas jesuitas expulsados de América como una campaña de marketing, que pretendía pasarle gato por liebre a los europeos, pintando un continente tan maravilloso como un paraíso en la tierra, pero que nunca fue.
La incomodidad a la que hace referencia la contratapa es el entrecruzamiento entre el dinero, la modernidad, las clases sociales y la literatura. Álvaro Enrigue conforma un original conjunto de “gestos de clase”, que supera la rigidez de la academia, y los expone con perspicacia y audacia, y con la agudeza suficiente para abrir el espacio a nuevas lecturas y reflexiones de nuestra tradición literaria continental.


l﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽Álvaro Enrigue
Valiente clase media. Dinero, letras y cursilería.
Anagrama, Barcelona, 2013, 191 págs.

*Reseña publicada: http://bit.ly/EnrigueLUN

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