El nombre de
Leonardo Sanhueza está proliferando en las librerías chilenas. En años
recientes este geólogo produjo dos de los mejores poemarios de la plaza en los
últimos años, La ley de Snell y Colonos, mientras que en el año en curso
se reeditó su excepcional libro de poemas Tres
bóvedas, a lo que hay que sumar la crónica El hijo del presidente y la primera incursión del columnista de LUN
(donde también Sanhueza supo sacar ronchas, especialmente a los bibliotecarios)
en la novela, con La edad del perro.
La impecable hoja de ruta de
Sanhueza en poesía y crónica creó expectativas ante la aparición de La edad del perro, y la lectura de este
libro las satisface del todo. Sanhueza sigue las pautas que algunos narradores
nacionales han puesto en boga, el relato íntimo y nostálgico sobre la infancia
en dictadura, donde la tristeza y la violencia del contexto se conjugan. En el
caso de Sanhueza el escenario es la ciudad de Temuco durante 1983 y 84, lo que
emparenta esta novela con libros como El
Sur, de Daniel Villalobos, donde la humedad, la lluvia, la parentela
capechana y otros componentes de la provincia profunda relucen a partir de la
mirada de un narrador conspicuo e inocente.
Sin embargo, la lectura de La edad del perro, morigera una mirada
nostálgica o que tire a la tristeza. Por el contrario, hay un vigor propio de
una escritura probada como la de Sanhueza. “El sur había sido el lugar de todos
durante numerosas generaciones. A nuestra casa nomás llegábamos”, apunta el
autor, que ha creado un libro narrado en primera persona, donde un niño arregla
un techo junto con su abuelo, punto desde el cual el relato transita hacia
diversos lugares en el recuerdo del pequeño, que, de todas formas, expresa un
miedo y un ansia porque el fin de los tiempos (con el año 2000 como horizonte
fatal) lo pille a cierta edad, para no padecer la pobreza en la adultez.
Mientras tanto el pequeño narrador hace la minuta de los ratones que abundan en
la casa, el revólver del abuelo, el lenguaje y los libros, que son un tesoro
que encuentra mientras intrusea en la casa.
Si bien puede que esta novela debut
de Leonardo Sanhueza se emparente con cierta tendencia en la narrativa
reciente, justo es señalar que se desmarca de libros similares, y de los que no
se parecen tanto, gracias a su joven narrador, el que le da un carácter
distintivo a La edad del perro, un volumen
que, si bien contiene una historia que ocurre en medio del horror, no se
traduce en un pirotécnico reporte de lo terrible.
La
memoria selectiva y sensible de un niño temuquense de nueve años, sin un padre,
que crece en un hogar multiconfesional, que se sorprende con las ratas, los
orates del pueblo, el estoicismo de una familia, una prístina biblioteca
contenida en una maleta y la belleza de ciertas palabras. Tal como en su
poesía, Sanhueza logra la elocuencia de lo bello y crea un lenguaje y un tono incontestables
e irresistibles, todo contenido en La
edad del perro. Es junio, pero no es descabellado decir que estamos ante
uno de los mejores libros del año.
Leonardo
Sanhueza
La edad del perro
Random
House, Santiago, 2014, 204 págs.
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