La figura de la escritora argentina
Silvina Ocampo emboba tanto por lo ilustre de su literatura, así como por los
rumores que han llenado los vacíos no llenados por su currículum literario. Un
mito urbano y seductor del siglo XX trasandino, Silvina Ocampo creció entre
escritores, fue adorada por escritores, y a su vez amó escritores. Hermana
“inteligente, decidida, intelectual, moderna” de la consular Victoria Ocampo,
esposa de Adolfo Bioy Casares, amiga de Jorge Luis Borges, Silvina Ocampo es un
personaje fascinante, cuyo perfil parecía no estar lo suficientemente
construido, o bien debe eludir bombas de humo como la relación lésbica que
entabló con su suegra, Marta Casares, y el borrascoso amor que Silvina desató
en la poeta suicida Alejandra Pizarnik.
De llenar esos espacios en blanco se
encargó la escritora y periodista Mariana Enríquez en La hermana menor. Un retrato de Silvina Ocampo, un libro que mediante
testimonios y referencias múltiples rearma una vida llena de ternuras y
extravagancias que signaron la biografía de Silvina Inocencia María Ocampo, una
niña extraña que amaba a los mendigos (gozaba viendo cómo comían la nata de la
leche, que a ella le daba asco) y los sirvientes de sus varias casas y tuvo una
precoz iniciación sexual. Desde luego este libro no se limita a ventilar
habladurías, puesto que Enríquez confecciona un relato completo y exhaustivo,
que repasa una biografía que luce más de una medalla, a saber, que Silvina
antes de ser escritora era una pintora más que competente, alabada por su
maestro en París, Giorgio de Chirico.
Amén de la retrospectiva a la vida de
Silvina Ocampo, La hermana menor entrega
también bastantes instantáneas del entorno familiar del matrimonio Bioy. Una de
ellas es la rivalidad con Victoria, que estuvo plagada de zancadillas enconadas,
como cuando Silvina tomó mal la reseña que su hermana escribió por su primer
libro de cuentos, y tomó peor que Victoria le robara su niñera predilecta. En el
plano íntimo, una faceta ineludible que este libro aborda es la poligamia de
Bioy Casares. Seductor incurable, tenista avezado y muy mal patrón de fundo, el
autor de La invención de Morel
gambeteó en más de una ocasión el matrimonio, con mujeres como la mexicana
Elena Garro y Genca, sobrina de Silvina. Con todo, el libro igual rescata que
las hermanas se quisieron después de todo, y que Adolfo Bioy Casares siempre
terminó volviendo junto a su esposa, aún cuando Silvina fuera, como se apunta
en más de un momento en el libro, una cocinera deplorable.
Otro aspecto más que logrado de este
perfil escrito con una prosa fluida, exacta e inteligente, es el ejercicio interpretativo
que Mariana Enríquez despliega a lo largo del libro, esto es, el decodificar la
biografía en clave existente entre líneas en la obra literaria de Silvina
Ocampo. Enríquez desclasifica, mediante un análisis al hueso de los cuentos,
varios aspectos de la vida de Silvina, al mismo tiempo que valoriza su
literatura, desmintiendo, de paso, el que no fuera tomada en cuenta por
comentaristas de la época. Niños satánicos, niños crueles, niños viejos y
terribles que pierden la virginidad antes de hacer la primera comunión, mujeres
solas, viajes trasatlánticos son algunos de los personajes que transitan en los
libros y en la vida de Silvina Ocampo, una autora cuya medida del éxito no eran
las ventas de sus libros o ser alabada por los críticos, sino que “un perro me
lea de vez en cuando y moviera la cola como cuando devora algo que le gusta.
¿Qué es el éxito? Saber que uno ha conmovido a alguien”.
Mariana
Enríquez
La hermana
menor. Un retrato de Silvina Ocampo.
Ediciones
UDP, Santiago, 2014, 211 págs.
*Reseña publicada: http://bit.ly/SilvinaLUN