viernes, 18 de julio de 2014

Nena, no te portes mal



La figura de la escritora argentina Silvina Ocampo emboba tanto por lo ilustre de su literatura, así como por los rumores que han llenado los vacíos no llenados por su currículum literario. Un mito urbano y seductor del siglo XX trasandino, Silvina Ocampo creció entre escritores, fue adorada por escritores, y a su vez amó escritores. Hermana “inteligente, decidida, intelectual, moderna” de la consular Victoria Ocampo, esposa de Adolfo Bioy Casares, amiga de Jorge Luis Borges, Silvina Ocampo es un personaje fascinante, cuyo perfil parecía no estar lo suficientemente construido, o bien debe eludir bombas de humo como la relación lésbica que entabló con su suegra, Marta Casares, y el borrascoso amor que Silvina desató en la poeta suicida Alejandra Pizarnik.
De llenar esos espacios en blanco se encargó la escritora y periodista Mariana Enríquez en La hermana menor. Un retrato de Silvina Ocampo, un libro que mediante testimonios y referencias múltiples rearma una vida llena de ternuras y extravagancias que signaron la biografía de Silvina Inocencia María Ocampo, una niña extraña que amaba a los mendigos (gozaba viendo cómo comían la nata de la leche, que a ella le daba asco) y los sirvientes de sus varias casas y tuvo una precoz iniciación sexual. Desde luego este libro no se limita a ventilar habladurías, puesto que Enríquez confecciona un relato completo y exhaustivo, que repasa una biografía que luce más de una medalla, a saber, que Silvina antes de ser escritora era una pintora más que competente, alabada por su maestro en París, Giorgio de Chirico.
Amén de la retrospectiva a la vida de Silvina Ocampo, La hermana menor entrega también bastantes instantáneas del entorno familiar del matrimonio Bioy. Una de ellas es la rivalidad con Victoria, que estuvo plagada de zancadillas enconadas, como cuando Silvina tomó mal la reseña que su hermana escribió por su primer libro de cuentos, y tomó peor que Victoria le robara su niñera predilecta. En el plano íntimo, una faceta ineludible que este libro aborda es la poligamia de Bioy Casares. Seductor incurable, tenista avezado y muy mal patrón de fundo, el autor de La invención de Morel gambeteó en más de una ocasión el matrimonio, con mujeres como la mexicana Elena Garro y Genca, sobrina de Silvina. Con todo, el libro igual rescata que las hermanas se quisieron después de todo, y que Adolfo Bioy Casares siempre terminó volviendo junto a su esposa, aún cuando Silvina fuera, como se apunta en más de un momento en el libro, una cocinera deplorable.
Otro aspecto más que logrado de este perfil escrito con una prosa fluida, exacta e inteligente, es el ejercicio interpretativo que Mariana Enríquez despliega a lo largo del libro, esto es, el decodificar la biografía en clave existente entre líneas en la obra literaria de Silvina Ocampo. Enríquez desclasifica, mediante un análisis al hueso de los cuentos, varios aspectos de la vida de Silvina, al mismo tiempo que valoriza su literatura, desmintiendo, de paso, el que no fuera tomada en cuenta por comentaristas de la época. Niños satánicos, niños crueles, niños viejos y terribles que pierden la virginidad antes de hacer la primera comunión, mujeres solas, viajes trasatlánticos son algunos de los personajes que transitan en los libros y en la vida de Silvina Ocampo, una autora cuya medida del éxito no eran las ventas de sus libros o ser alabada por los críticos, sino que “un perro me lea de vez en cuando y moviera la cola como cuando devora algo que le gusta. ¿Qué es el éxito? Saber que uno ha conmovido a alguien”.



Mariana Enríquez
La hermana menor. Un retrato de Silvina Ocampo.
Ediciones UDP, Santiago, 2014, 211 págs.

*Reseña publicada: http://bit.ly/SilvinaLUN

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