lunes, 22 de septiembre de 2014

La tortura del cielo



Septiembre del 2014 traía adjunta una celebración literaria única en su especie: los cien años en vida de un escritor. Si a lo anterior agregamos que ese escritor es el poeta vivo más importante de la lengua castellana, tanto más importante. Ese es el caso de Nicanor Parra Sandoval, el antipoeta, el hombre de los artefactos, que vive recluido en Las Cruces,  y que, por estos días, es el personaje central de la cultura chilena. Para estar a tono con la efeméride, exposiciones, lecturas colectivas –eventos a los que Nicanor Parra le hizo una monumental gambeta-  y, sobre todo, libros, se han creado para festejar al oriundo de San Fabián de Alico.       
            Uno de los volúmenes surgidos por el centenario parriano es Temporal, poemario perdido desde hace 27 años y que ve la luz este 2014, y es el último libro inédito de Parra. El libro tuvo un origen de condolencia, de impresión, en este caso el estremecimiento que causó en Nicanor Parra las lluvias copiosas e inundaciones que afectaron al país en el invierno de 1987. La catástrofe natural remeció a al autor de Obra gruesa mientras veía la tragedia humana en su residencia en La Reina. Tal fue el remezón que no pudo resistir más y de un tirón escribió un poema largo y sentido, social, político y propulsado por el taoísmo recién descubierto por el autor.
            Temporal está, según dijo alguna vez el propio Nicanor, con el “lenguaje de la tribu”, un lenguaje que es el que ha usado Parra a lo largo de casi la totalidad de su poesía. En esta pasada, el antipoeta deja la chacota que caracteriza a su poesía, deja el humor, la sorna antipoética y se pone serio para encarar un poema social, de la “realidad real”, de las aspiraciones a hablar por la boca muerta o oprimida de los ciudadanos de a pie, a quienes les llueve agua y opresión dictatorial. De todas formas, Parra no puede evitar ser Parra, aún cuando pretenda pintarle bigotes a la autoridad: “Me disfrazo de río caudaloso/ Para asustar a los asustadizos/ Entonces es el rechinar de dientes/ En mi sagrado derecho que estoy me parece/ De reclamar lo que siempre fue mío”.
Un ejemplo del brío que Parra pone para retratar el desgarro nacional: “Nadie se preocupa de nosotros/ A la tortura sórdida de la tierra/ Se suma ahora la tortura del cielo// ¿Puro Chile es tu cielo azulado?/ ¿Puras brisas te cruzan también?/ Y tu campo de flores bordado/ ¿Es la copia feliz del edén?”. “¿Cómo es posible/ Que en un lapso de apenas cinco años/ Se repita tres veces/ La misma película de terror?// ¿Y las autoridades dónde están?”.  
Temporal es una nueva rotura de silencio editorial de Parra, pero también es la rotura, la subversión de los códigos del tambaleante lenguaje oficial, de los trizados discursos públicos, cuestionados desde el lenguaje de la tribu que sufre por la naturaleza, por el desinterés de los poderosos y de su incapacidad para enfrentar lo terrible, las invasiones mapuches, los degollados, la lluvia incesante. En un momento en el que la poesía de Parra se creía muerta, el antipoeta saca de la galera un nuevo conejo.
             
Nicanor Parra
Temporal
Ediciones UDP, Santiago, 2014, 58 págs.

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