Septiembre del 2014
traía adjunta una celebración literaria única en su especie: los cien años en
vida de un escritor. Si a lo anterior agregamos que ese escritor es el poeta
vivo más importante de la lengua castellana, tanto más importante. Ese es el
caso de Nicanor Parra Sandoval, el antipoeta, el hombre de los artefactos, que
vive recluido en Las Cruces, y que, por
estos días, es el personaje central de la cultura chilena. Para estar a tono
con la efeméride, exposiciones, lecturas colectivas –eventos a los que Nicanor
Parra le hizo una monumental gambeta- y,
sobre todo, libros, se han creado para festejar al oriundo de San Fabián de
Alico.
Uno de los volúmenes surgidos por el
centenario parriano es Temporal,
poemario perdido desde hace 27 años y que ve la luz este 2014, y es el último
libro inédito de Parra. El libro tuvo un origen de condolencia, de impresión,
en este caso el estremecimiento que causó en Nicanor Parra las lluvias copiosas
e inundaciones que afectaron al país en el invierno de 1987. La catástrofe
natural remeció a al autor de Obra gruesa
mientras veía la tragedia humana en su residencia en La Reina. Tal fue el
remezón que no pudo resistir más y de un tirón escribió un poema largo y sentido,
social, político y propulsado por el taoísmo recién descubierto por el autor.
Temporal está, según dijo alguna vez
el propio Nicanor, con el “lenguaje de la tribu”, un lenguaje que es el que ha
usado Parra a lo largo de casi la totalidad de su poesía. En esta pasada, el
antipoeta deja la chacota que caracteriza a su poesía, deja el humor, la sorna
antipoética y se pone serio para encarar un poema social, de la “realidad real”,
de las aspiraciones a hablar por la boca muerta o oprimida de los ciudadanos de
a pie, a quienes les llueve agua y opresión dictatorial. De todas formas, Parra
no puede evitar ser Parra, aún cuando pretenda pintarle bigotes a la autoridad:
“Me disfrazo de río caudaloso/ Para asustar a los asustadizos/ Entonces es el
rechinar de dientes/ En mi sagrado derecho que estoy me parece/ De reclamar lo
que siempre fue mío”.
Un
ejemplo del brío que Parra pone para retratar el desgarro nacional: “Nadie se
preocupa de nosotros/ A la tortura sórdida de la tierra/ Se suma ahora la
tortura del cielo// ¿Puro Chile es tu cielo azulado?/ ¿Puras brisas te cruzan
también?/ Y tu campo de flores bordado/ ¿Es la copia feliz del edén?”. “¿Cómo
es posible/ Que en un lapso de apenas cinco años/ Se repita tres veces/ La
misma película de terror?// ¿Y las autoridades dónde están?”.
Temporal es una nueva rotura
de silencio editorial de Parra, pero también es la rotura, la subversión de los
códigos del tambaleante lenguaje oficial, de los trizados discursos públicos, cuestionados
desde el lenguaje de la tribu que sufre por la naturaleza, por el desinterés de
los poderosos y de su incapacidad para enfrentar lo terrible, las invasiones
mapuches, los degollados, la lluvia incesante. En un momento en el que la
poesía de Parra se creía muerta, el antipoeta saca de la galera un nuevo
conejo.
Nicanor
Parra
Temporal
Ediciones
UDP, Santiago, 2014, 58 págs.
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