En
el ensayo este hincha de San Lorenzo de Almagro también ha descollado, con
libros de nombres particulares y quitados de bulla como Ensayos bonsái y La
supremacía Tolstoi y otros ensayos al tuntún. En esta ocasión Casas vuelve
al ensayo y vuelve a ser editado en Chile con la compilación La voz extraña, cuya edición estuvo a
cargo de la periodista argentina Leila Guerriero. El volumen es una antología compuesta
por textos de diverso origen, tanto de sus tres libros de ensayo, así como de
columnas de prensa, ponencias académicas e incluso epistolarios digitales con
otros escritores. Como sucede con Casas, el libro carece de un orden estricto,
incluso carece de cualquier orden, dado que no hay un prólogo que explique el
criterio de selección de los textos o su disposición al interior del compendio.
El
atractivo de la literatura de Fabián Casas se cimenta en una habilidad poco
común: convocar y hablar en el texto sobre cosas que parecen estar muy lejos
entre sí, y sin tropezar en el ejercicio. Por ejemplo, el autor trae a la mesa
el cine de Francis Ford Coppola, la rutina de trabajo del filósofo Baruch
Spinoza, las gambetas de Daniel Bertoni a la dictadura argentina. Todo eso en
una coctelera donde también el autor abre un espacio a la ternura, a lo íntimo,
como cuando Casas habla de su padrino. El propio autor da algunas pistas sobre
las fuentes de su escritura: “En cada bar, en cada bar, oficina o dormitorio o
plaza, hay alguien relatando el gran sermón de la montaña, sólo hay que tener
el oído atento y el estado de atención para hacerse escribir. Somos narraciones
de la vida. Cuando el relato se estanca, nos enfermamos y morimos”, un análisis
que convive en la página del frente con salidas de esta laya: “No le pidamos
peras al olmo: El Papa no puede aprobar el aborto porque es el gerente de
contenidos de la Iglesia Católica y labura de eso”. Todo lo anterior se
entremezcla con perfiles literarios en los que se despacha frases como ésta:
“Si el guiso estaba hecho con pedazos de Shakespeare y la Biblia, el aderezo
era el whisky. El whisky era la puntuación que encontró Faulkner para hacer más
soportable la vida”.
Engañosamente,
los títulos de libros de ensayo de Fabián Casas tienen palabras que tienden a
bajar el perfil, a sacudirse una pétrea solemnidad, como bonsái (por la
brevedad) o “al tuntún”, cuando lo que se puede extraer de La voz extraña es una demostración de lucidez de su autor y la
capacidad de echar mano a un amplio sistema de referencias -predominantemente
pop- que dan cuenta de una profundidad fresca y poco frecuente. La lectura de
este conjunto de textos de Casas es, en casi su totalidad, feliz por la
convivencia en sus páginas de una erudición suavizada con la cotidianidad del
futbol o del rock and roll. Una prosa que exhorta con una sinceridad sazonada
con humor y la cercanía de la conversación.
La voz extraña es la prueba de que
Fabián Casas logra una obra ensayística con una textura bien definida, al
agitar lecturas, mundo privado, política y sabiduría de cancha. Una ensayística
que convence y encanta.
Fabián
Casas
La voz extraña
Ediciones
UDP, Santiago, 2014, 198 págs.
*Reseña publicada: http://bit.ly/CasasLUN
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