viernes, 25 de marzo de 2005

Jorge Cáceres ya no es azar

“Una vez el azar se llamó Jorge Cáceres/ y erró veinticinco años por la tierra,/ tuvo dos ojos lúcidos y una oscura mirada,/ y dos veloces pies, y una sabiduría,/ pero anduvo lejos, tan libremente lejos/ que nadie vio su rostro.”, así retrata Gonzalo Rojas a su compañero de andanzas mandragóricas, Luis Sergio Cáceres Toro (1923-1949), mejor conocido en las letras chilenas como Jorge Cáceres. Y como bien señala el autor de “Contra la muerte”, anduvo lejos y pocos pudieron apreciar realmente su rostro, su genialidad, su misterio.
Por estas, y por muchas otras razones, el libro “Cáceres. El mediodía eterno y la tira de pruebas. Obra Completa” (Cuarto Propio, 2005), obra del historiador Luis de Mussy, viene a llenar un vacío, de esos que abundan en nuestra cultura nacional, esos que son no otra cosa que el simple desconocimiento de quienes alguna vez de nombre escuchamos, o cuyas leyendas, alimentadas más de morbo o espectacularidad que de realidad, nos nublan la visión y no nos dejan fijar la mirada en lo importante, en este caso, la obra no solamente literaria de Cáceres, sino también su paso más que destacable por la danza y la plástica. Así lo supieron ver y valorar en la cuna de la cultura mundial en las primeras décadas del siglo XX, París, lugar donde Cáceres impresionó, tal como lo hizo acá a Gómez-Correa/Cid/Arenas, al paladín surrealista André Breton.
La edición que ha realizado la Editorial Cuarto Propio es una edición de lujo. La ocasión no merecía menos. En un gran formato (casi seiscientas páginas en un tomo tamaño “guía telefónica”), nos da cuenta del escaso cuarto de siglo que vivió Jorge Cáceres, años que, empero, bastaron y sobraron para maravillar a quienes lo conocieron, tanto en Chile como en Europa. La completa revisión que hace Luis de Mussy de la vida de Cáceres permite una tarea que es muy necesaria en nuestra literatura, el derribar los personajes de leyenda (o como trilladamente se dice, “poetas malditos”), e instaurar a la persona. Es una labor que es complicada de emprender, pero que la reclaman a gritos otros artistas nacionales; botón de muestra, Carlos de Rokha.
El libro revisa la vida del “delfín” de la Mandrágora, que, a los 15 años ya había maravillado a sus colegas surrealistas chilenos, con una gran dosis de genio, en este caso multidimensional, pues Cáceres, además de poeta y artista plástico, fue crítico de jazz, bailarín, fundador del Ballet Nacional. Con un nutrido archivo fotográfico y pictórico, enriquecido por una investigación profunda (que incluye un epistolario, referencias críticas, y artículos relacionados), que revela un esfuerzo importante, y que da como resultado la creación y el descubrimiento, más que el rescate, de un artista casi inédito en la historia de la cultura chilena, de los que no solamente sobresalen por su calidad artística, sino también por la ética insobornable del artista genuino, de aquellos, como bien señala la filósofa española María Zambrano, que entregan no otra cosa que toda su vida, sin reservas y siempre con lucidez.
Antes de este libro, y volviendo a los versos de Gonzalo Rojas, Jorge Cáceres no era más que azar, leyenda, poeta algo maldito, que murió de una forma misteriosa (hecho último que es caldo de cultivo inmejorable para hacer nacer la fantasía), luego de esto, en la historia cultural reciente, hay una persona claramente inidentificable, y con logros y obras sorprendentes. Luis de Mussy en el prólogo de este libro se señala una cantidad de metas, de objetivos, los que, tras la lectura de este volumen, podemos establecer que se cumplen a cabalidad. A saber (y parafraseando al propio recopilador), poner el trabajo de Cáceres al alcance del observador, reconocer el valor de la figura de Cáceres, dar a conocer lo que publicó, y, lo más importante, “recuperar todas las dimensiones de la trayectoria y la vida de este artista chileno” y así, derribar mitos. Los cuatro años que ha durado esta investigación han rendido buenos frutos.
No obstante hay que mencionar un par de pifias, que extrañan en esta obra de gran calado, una de ellas es la “españolización” del poeta mexicano Amado Nervo, y la otra es la mención de un “M. Hokkenheimer”, como intelectual emigrado a Estados Unidos. Creemos que Luis de Mussy se refiere a Max Horkheimer (1895-1973), sociólogo y filósofo alemán, miembro de la Escuela de Frankfurt (más famosa por Adorno y Benjamin). Si bien estas fallas algo garrafales existen, no empañan el libro en su conjunto, uno de los buenos y notables sucesos editoriales de lo que va corrido de 2005, al mismo tiempo que es un ejemplo a seguir, a imitar, pues es extremadamente necesario que rescates como este se sigan produciendo, para sacar del fango del desconocimiento a muchos creadores chilenos. Luis de Mussy ha señalado el camino, vale la pena seguirlo, y es de esperar que muchos así lo hagan.

Luis G. de Mussy R.
“Cáceres. El mediodía eterno y la tira de pruebas. Obra Completa”

Editorial Cuarto Propio, 2005, 589 págs.

*Publicado originalmente en Plagio, 25 de marzo de 2005