viernes, 14 de diciembre de 2007

Canción Animal

Thomas Harris (La Serena, 1956), poeta combativo, directo, sin pelos en la lengua y que en más de una ocasión se ha mostrado dispuesto a enfrascarse en vehementes zafarranchos con los más pintados personajes de la literatura criolla, ha lanzado, mediante LOM, un nuevo volumen de poemas al ruedo. Se trata de “Lobo”, última entrega del autor de libros relevantes en la lírica chilena como “Cipango” (que le valió al autor el Premio Municipal de Poesía en 1993, que se suma a otras importantes medallas).
Harris mantiene en este texto una tendencia de su obra anterior, es decir, la invocación de variopintos personajes y referentes literarios, cinematográficos y culturales, y su reunión y recreación en las páginas de este libro biográfico-licántropo, donde Harris deja ver la fuerza que más de algún desprevenido ha sentido ya sea de un zarpazo o de una dentellada. Sin ir más lejos, “Imposible detener una guerra causada por la palabra./ Es cuando Lobo muerde (…) Y cuando Lobo muerde, todo lo dicho revienta como pompa de sangre”, escribe el propio Harris.
Pero hay que ir más allá de la anécdota que significan los episodios sabrosos que este autor pudo haber protagonizado en décadas de laboriosa creación poética; está el texto, lo verdaderamente importante. El libro nos habla de la evolución de Lobo, el personaje central del relato, desde su nacimiento, su crecimiento, su coming of age, sus luchas frente a otros ejemplares de la manada y otros depredadores que amenazan su existencia, hasta su decadencia. Lobo-Harris lucha con vehemencia ante las amenazas y ataques, se defiende como gato de espaldas de los “cazadores del Deseo”, y ataca con fauces hambrientas y hediondas, sufre y aúlla por Loba.
La lectura de toda esta animal e instintiva biografía (pues su lectura sugiere claramente una progresión narrativa) se desenvuelve ante los ojos del lector con una profusión del lenguaje teñido de sangre fresca y el hedor canino, galvanizado en instinto, pero no por ello no premeditado. Harris utiliza, como es habitual en él, un lenguaje fuerte, feroz, directo, sin maquillajes (quizás aquí más que en ningún otra obra del autor). El libro es pesado, denso, estremecedor, avanza firme e insobornablemente, y por cierto no podrá ser tildado de “medias tintas”.
Tal como en “Edipo” (2005), Thomas Harris escribe en consecuencia con esa estética quizás desesperanzada, pero de todas maneras franca, derrumbadora de toda noción de belleza, heroísmo o ternura, provista de un furor que ya se ha hecho marca registrada en el autor. Éste, en el epílogo del libro, da clara cuenta de los elementos a los que ha echado mano para confeccionar la historia de Lobo, lo gótico, lo dark, lo terrorífico (quizás debió haber incluido a Hannibal Lecter, obra de su homónimo, el escritor estadounidense Thomas Harris), el Medioevo (quizás el período histórico favorito del autor), y una serie de autores de todas las épocas, que nos dan los ingredientes de un plato conocido. Esto porque Harris repite su esquema con distintos ropajes, lo que hoy es un lobo, antes fue Edipo, Goya o Timothy McVeigh, quien “aúlla a un público de espectadores muertos,/ pone los ojos en rojo/ aúlla como los hijos del Demonio/ espanta,/ juega a espantar,/ provoca,/ juega a provocar (…)”.
En resumen Thomas Harris sigue en su línea, la de crear un espacio propio, una épica necesaria, si se quiere, imposible de ignorar, firme e intransable, particular y macabra, personal y vitalísima, con sus personajes, sus escritores, sus ángeles y demonios, todos en su espacio que el autor crea y recrea en cada nuevo poemario, que trae un bestial Sturm und Drang del año.


Thomas Harris
“Lobo”
LOM, Santiago, 2007, 86 págs.






*Publicado originalmente en El Periodista N° 143, 14 de diciembre de 2007