viernes, 30 de septiembre de 2011

Rasguña las piedras

Dentro de nuestro particular medio cultural, el nombre de Carmen García (Santiago, 1979) es más que conocido. Esto porque esta socióloga de profesión es parte de la desaparecida revista y hoy productora cultural Plagio, responsable, entre otras iniciativas, de “Santiago en 100 palabras”, uno de los concursos literarios más masivos de los que se tenga registro en Chile.
Tal vez lo demandante que implica ser gestor cultural provocó una laguna de siete años para que García publicara su segundo libro de poemas, Gotas sobre loza fría (Cuarto Propio, 2011), sucesor de La insistencia (2004). Pero aunque ha pasado tiempo, el discurso poético, el decir de la poesía de esta autora parece intacto. Empapada en el microcuento y en los nanometrajes (videos de 30 segundos de duración, de los cuales Plagio también ha organizado certámenes), la concisión de estas composiciones es familiar, así como su tono, la carga de su lenguaje.
A pesar de la distancia temporal Gotas sobre loza fría no está lejos de La insistencia. Es posible ver cambio, variantes en un proyecto poético en clave breve, sin dejar de ser recio, directo, descarnado por momentos. Si La insistencia no escatimó en presentar una procesión de imágenes caracterizadas por una intimidad salvaje y sin concesiones, lo que en esta oportunidad resalta es la opción de la autora de bruñir un discurso y echar mano a los elementos más básicos del planeta, la tierra, la fauna, el agua, las piedras, que nos recuerdan, por ejemplo, al Efraín Barquero que instala su mesa fraternal sobre la tierra.
Estas son las herramientas que abundan en este libro, cuya lectura da cuenta de una intención, de un ansia particular por reconstruir un pasado, “Nacimos para recordar el abecedario de nuestra tierra/ y lo que hemos hecho es esquivar la cólera/ las cenizas de nuestros muertos/ enterrarlas en un pañuelo rojo/ y aferrarnos a un espejo que se representa a sí mismo”.
Carmen García plantea una querella hacia el pasado “Con un martillo/ mis hijos golpean el final de las horas/ como si en sus manos estuviera el poder del tiempo/ un simulacro/ todos sospechamos el siguiente paso// Los ríos blancos cruzan la vida de otros/ y nos miran con un ojo bizco”, pero pareciera ser una querella sorda, una querella que no ceja, y vale en sí misma por la palabra y su permanencia, dibujada con piedras.
Gotas sobre loza fría marca una nueva estación en la poesía de Carmen García, y aunque esta es su segunda entrega, asienta una voz distintiva en un panorama plagado de nombres y libros disímiles. Superando enojosas separaciones de género o cualquier clasificación espuria, la poesía sumaria y pujante de García gana por varios cuerpos, de seguro por cumplir con un rasgo esencial que debe tener un poema para sobrevivir: el cargar de sentido la palabra, el dotar de fortaleza al disipado lenguaje de la tribu actual.


Carmen García
“Gotas sobre loza fría”
Ed. Cuarto Propio, Santiago, 2011, 59 págs.


*Publicado originalmente en El Periodista N° 208, 30 de septiembre de 2011

viernes, 2 de septiembre de 2011

El sentido del viaje

Hace bastante rato que el nombre de Cynthia Rimsky (Santiago, 1962) surge en la literatura nacional a la hora de nombrar escritores que cuentan con propuestas interesantes y dignas de lectura. Rimsky ya ha llamado bastante la atención con dos obras anteriores, Poste restante (2001) y Los perplejos (2009), ambos publicados por la editorial Sangría, y ahora es la editorial Fondo de Cultura Económica la que publica su última entrega, Ramal. Acá una digresión. Dentro de una más que correcta edición, sólo hay un traspié, la solapa, donde figura una poco afortunada foto de la autora.
La contraportada de esta novela –al menos la porción a cargo de la escritora mexicana Valeria Luiselli- compara la escritura de Ramal con la de W.G. Sebald (tal vez lo más parecido sea el utilizar fotografías al interior del texto). Lo cierto es que la lectura de esta novela de Cynthia Rimsky no nos lleva por los anillos de Saturno, sino que nos revela un tributo a Claudio Magris, y más específicamente a El Danubio. Hablemos claramente, la escritura de Magris no se parece en nada a la de Rimsky, pero es claro que ambos textos comparten puntos de fuga similares. El viaje, bordeando un río, por parte de un protagonista que emprende una travesía por encargo, son elementos comunes en ambas obras, que toman rumbos distintos.
La historia es protagonizada por “el que viene de afuera”, quien tiene como proyecto el explorar el potencial turístico que tiene el ramal entre Talca y Constitución, con todas sus estaciones, perdidas en el boscaje impenetrable de la provincia profunda, donde el tiempo se olvidó de avanzar, o bien, como lo desliza la autora en más de un pasaje del libro, es el mal llamado progreso (encarnado en una planta de celulosa, por ejemplo) que deja en el abandono a esos poblados.
Desde el principio de esta historia podemos constatar a una autora en pleno dominio de sus talentos narrativos, cosa bien poco común dados los tiempos que corren. Como pocos en la narrativa actual, Rimsky aporta con Ramal una narrativa con un ritmo preciso, una respiración adecuada, que da cuenta de una novela construida con cuidado, con una precisión poética. Dividido en “vueltas” el relato va dado cuenta de lugares que representan la resistencia, y es por esto que antes de representar un tiempo que se fue, encarnan la precariedad de un presente más urgente que nunca, tanto en los pueblos que sobreviven a la vera del ramal, así como en la relación que el protagonista mantiene con su hijo.
En ambas dimensiones hay zozobra y urgencia, situaciones retratadas con una destreza encomiable por parte de Cynthia Rimsky, que con esta novela aporta uno de los libros más valiosos que ha aparecido en el año.

Cynthia Rimsky
“Ramal”
Editorial FCE, Santiago, 2011, 161 págs.


*Publicado originalmente en El Periodista N° 207, 2 de septiembre de 2011