viernes, 25 de abril de 2014

Vidas disconformes



Tal vez el despreocupado lector, si tiene buena memoria televisiva, recordará el programa de TVN “Algo habrán hecho por la historia de Chile”, conducido por el actor Francisco Melo. Su cómplice en esa aventura bicentenaria de pantalla chica era el historiador Manuel Vicuña, quien en pantalla esquivaba imaginarios flechazos mapuches y se guarecía con Melo bajo el caballo de Pedro de Valdivia. Antes Vicuña transitó por temas como la belle epóque, los grandes oradores de esta tierra, el espiritismo y la biografía de su lejano e ilustre pariente, Benjamín Vicuña Mackenna. Con Fuera de campo, el turno ahora es de los escritores, pero no los del archiconocido equipo titular, sino de aquellos a quienes ni siquiera les avisaron a qué hora era el partido. El libro se compone de siete retratos de los autores Carlos Pezoa Véliz, Tancredo Pinochet, Joaquín Edwards Bello, Marta Vergara, Alfredo Gómez Morel, Eugenio Lira Massi y Mauricio Wacquez
             Aún cuando el autor luce chapas que pueden intimidar, como su doctorado en Cambridge, el libro se deja leer con una agradable facilidad y rapidez, gracias a la talentosa y suelta pluma de Vicuña. A cierta altura, estas sabrosas estampas hacen preguntarse a quien lee por qué estas vidas tan bien delineadas no ocuparon un lugar más feliz en la historia literaria de Chile, o ni siquiera rebasaron la mención en viejos manuales de castellano. En la nota que antecede a estos perfiles, el autor estipula claramente que las líneas que guiarán el volumen son el inconformismo y la excentricidad. Vicuña cumple a cabalidad con lo prometido, entregando siete biografias detalladas, exhaustivas y compuestos con un lenguaje que, a diferencia de otros cronistas con más cartel y menos destreza, evita la cursilería, la vaguedad o el relleno inconducente a la hora de describir.
Manuel Vicuña balancea casi a la perfección la investigación profunda de las biografías con un lenguaje que incorpora una sana cuota de expresiones coloquiales. De esta forma, el autor hace una iluminación tan loable como entretenida de vidas de escritores oscurecidos por el olvido de la academia o de las modas. Vicuña le saca el jugo al malditismo borracho de Carlos Pezoa Véliz o bien hace visibles relaciones locas, como pasa con Tancredo Pinochet, un entusiasta del progreso capitalista con sabor norteamericano. Imposible no acordarse del Joaquín Lavín de La revolución silenciosa, ese libro que, entre otras cosas, señalaba un cambio de época, donde el empuje individual en un entorno de libre mercado eran la receta del éxito.
Un rasgo que une a los escritores que Manuel Vicuña retrata es que han perdido su lugar o bien nunca lo encontraron. Marta Vergara fue un ejemplo de ello, y su inconformismo estructural ante lo establecido, o como Eugenio Lira Massi que no tenía empacho en ridiculizar políticos, o como Joaquín Edwards Bello tal vez el desclasado más célebre de la literatura chilena.
Involuntariamente, Fuera de campo crea un problema bien bonito. Más bien lo hace la muy seductora prosa de Manuel Vicuña: ¿dónde encontrar los libros de estos autores retratados con tanta habilidad y que han sido presentados como seres irresistibles y magnéticos?, con Joaquín Edwards Bello o Mauricio Wacquez no hay problema, el quehacer editorial ha subsanado esas ausencias, pero no pasa lo mismo con Tancredo Pinochet, Eugenio Lira Massi o Marta Vergara. Tal vez habrá que esperar a las inquietas editoriales independientes a que hagan esos rescates pendientes, tal vez sea el mismo sello Hueders el que se encargue de eso. Quién sabe.


Manuel Vicuña
Fuera de campo
Hueders, Santiago, 2014, 156 págs.

*Reseña publicada: http://bit.ly/FueradeCampo

viernes, 11 de abril de 2014

La pasta del héroe



A menos de dos meses del Mundial de Brasil es natural y esperable que el ambiente se tapice con todo tipo de materiales relacionados con la selección chilena que participará en la justa futbolera. En ese orden de cosas encaja Alexis. El camino de un  crack, libro que trata sobre una de las principales figuras del balompié nuestro, ídolo de las multitudes, ejemplo de valor. El volumen, obra del experimentado periodista deportivo Danilo Díaz y del más joven Nicolás Olea, consta de una serie de episodios de la vida del tocopillano, postales –como las llaman los autores- que aspiran a construir un paisaje mayor, un mosaico que exprese, con la mayor elocuencia posible, que Alexis Sánchez está cada vez más cerca de convertirse en el mejor futbolista chileno de todos los tiempos.
            El libro –ya en su tercera edición- repasa la biografía de Sánchez, desde sus inicios esforzados y en los cuales ya daba luces de su talento, hasta el momento en el que el “Dilla” se transforma en jugador del Barcelona. Esta tercera edición incluye un par de agregados que se refieren al momento actual, con Alexis como uno de los estandartes de la Roja que participará en Brasil 2014. A poco andar se puede discurrir que el aumento de la edición debió incluir una actualización del prólogo del volumen. Si bien el añadido final pone el calendario al día, igual se queda corto, sobre todo en aquello de situar a Sánchez como el mejor, sin mencionar a otro que descolló tanto o más: Arturo Vidal. Ya volveremos a esto. La narración está construida con una retórica cargada a la afectación y a los párrafos de una sola frase, marcas de estilo del reportero de cancha que ya son bastante conocidas y que regala empalagosas estampas: “La brisa coquimbana nos recuerda que en las mañanas porteñas la primavera debe pedir permiso para hacerse sentir pasado el mediodía”, “El repicar de los estoperoles sonaba nítido en los pasillos”, “el lounge, un sector pleno de vino y quesos perfumados”. De todas formas, el libro cumple bien el recuento de cómo le ha cambiado la vida a Alexis Sánchez, desde que era objeto de burlas por su forma de hablar (“Alersi”) a gozar de un estatus de símbolo sexual a partir de sus trabajados pectorales.
            Tal vez el sobregiro más afiebrado del libro se produce cuando los autores hacen un parangón harto forzado entre las vidas de Alexis Sánchez y Arturo Vidal y las de los monitos japoneses Oliver Atom y Steve Hyuga, los Supercampeones. Acá los periodistas caen en cierto maniqueísmo innecesario que vale la pena analizar, sobre todo porque la narración aspira a situar a Sánchez como el mejor de todos, pero oblitera el éxito exponencial al que últimamente se ha habituado Vidal en la Juventus y en la Roja. Sánchez es Oliver y Vidal es Hyuga. Sánchez, por tanto, es el niño bien portado y Vidal es el malo de la película, el ángel caído que siempre estará a la sombra del elegido de los dioses. El Rey Arturo paga acá muy caro sus patinazos del pasado, aún cuando su rendimiento en un período del cual el libro no se hace cargo, refleja un progreso superlativo, tal vez por sobre el protagonista de este libro.
            Alexis. El camino de un crack nos pinta un Sánchez generoso, empeñoso como él solo, que sale adelante a pesar del infortunio; un Alexis que saldó cuentas con su padre biológico de quien no lleva su apellido, un Alexis que es la alegría del hogar y del camarín, cuyo genio fue descubierto por Pedro, Juan y Diego; que se pica cuando pierde en el Play Station, que será –según Díaz y Olea- el mejor de todos y nada podrá evitarlo.


Danilo Díaz, Nicolás Olea
Alexis. El camino de un crack
Ediciones B, Santiago, 2014, 184 págs.

*Reseña publicada: http://bit.ly/AlexisLUN

lunes, 7 de abril de 2014

NW



El noroeste de Londres (Northwest, NW). Un puñado de personajes que crecieron en ese sector, menos aventajado, de la capital inglesa. Un puñado de personajes que habitan Caldwell, un complejo de viviendas sociales, compuesto por cinco blocks que llevan nombres de filósofos ingleses. La vida de estos personajes que viven en un vecindario pobre con nombres filosóficos es lo que narra NW, la última novela de Zadie Smith.

Hay quien dice que las novelas de Smith comprenden sorprendentes dimensiones filosóficas al mismo tiempo que se hacen cargo de cuestiones del entorno, sociales, políticas. Acá pasa lo mismo, pero con un lenguaje más trabajado, estirado. Smith no se aleja mucho de sus raíces, pero no se queda pegada en fórmulas ganadoras.

Leah Hanwell abre el libro. Leah es un personaje cuyos pensamientos y descripciones llenan la primera parte. Ella es una mujer blanca, en sus treinta, que ama a Michel, su marido peluquero, y a su perro. Su origen irlandés y su presente inglés chocan. Trabaja en una oficina donde sus compañeros la joroban por ser la única que no tiene hijos, y se repite como un sonsonete el mantra del empoderamiento, aún cuando quienes ahí laboran no tienen mucho mas﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽an no tienen mucho mñ´un sonsonete el mantra del empoderamiento, aa parte dle ás que rascarse con sus propias uñas. Leah odia a su amiga Natalie Blake, una abogada que se casó bien, y a quien las cosas le van, en general, mucho mejor que al resto de viejos vecinos del complejo Caldwell. A Leah tambien ﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽bia a quien las cosas le van mucho mejor que al resto de sus vecinos.én le complica el paso del tiempo. Los demás progresan, mientras ella se ha quedado pegada en una tardía adolescencia, donde todo es promesas y potencia. Lo bueno está por llegar, pero nunca lo hace.

Después de Leah, la acción se enfoca en Felix Cooper. Zadie Smith baja un cambio, tal vez dos, y la narración se aquieta. No se paraliza, fluye con calma con los pensamientos que se percutan a partir de la observación que hace Felix de una fotografía de infancia. El día de Félix –un drogadicto rehabilitado- es relajado, se levanta junto a su novia, vuelve al barrio a visitar a su padre. Luego se traslada al centro, a ver un auto deportivo y luego tiene una recaída con una pareja del pasado.

Aparece Keisha, la mejor amiga de Leah. Keisha –de raza negra- ahora se llama Natalie, se cambió el nombre antes de convertirse en abogada, y ello es también caldo de cultivo para el resentimiento de Leah. Acá la narración da otro giro, se compone de 185 fragmentos numerados, que cuentan en una más lejana tercera persona, desde el momento en que, cuando niña, Keisha salvó a Leah de morir ahogada, la tirante amistad entre una niña blanca y otra negra, la vida escolar, universitaria y el matrimonio. Todo esto teñido de la rigidez religiosa de la familia de Keisha, y luego por el tortuoso camino que debe recorrer para progresar en su profesión. Keisha trabaja con gente que no la quiere. Luego llega la maternidad, que no es valorada por la trascendencia que, en el papel, provee el engendrar y criar hijos, sino que por el trabajo que dan. Keisha sabe trabajar y mantenerse ocupada llena sus expectativas. Pero las trizaduras de una vida algo hueca empiezan a notarse. Keisha encuentra en un chat algo de lo que la rutina diaria no le provee, una novedad que la aleja de su matrimonio, hasta que eventualmente este se quiebra.´﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽ la familia de Keisha, y luego por el tortuoso camino que debe recorrer para progresar en su profesi

Zadie Smith ha creado una novela que, compleja y ambiciosa, abre todo tipo de posibilidades. Cada una de las secciones puede guardar otras historias que trabajar. Todo está más abierto, y va –puede ir- mucho más allá de ser meramente el seguimiento vital de dos amigas de infancia. Puede ser mucho decir, pero la complejidad de la estructura y situar la historia en un conjunto vecinal y tender puentes entre ambos estamentos, la acercan más al Perec de La vida instrucciones de uso, puesto que acá también se da un conjunto de existencias compartimentadas en casas habitación. Hay quien dice también que NW le debe a Virginia Woolf y su Mrs. Dalloway, por la forma en cómo se tratan los personajes femeninos y su “perdición” en vidas matrimoniales algo desabridas a la luz de la vida moderna. También puede ser, pero no es desacertado decir que este libro es mérito de Zadie Smith y su habilidad y técnica para organizar la experiencia, o acercar los pedazos de vida diaria de un puñado de personas cuyo heroísmo sucio, o antiheroísmo, es superar cada día de la vida misma.
ia de﷽﷽﷽﷽﷽cia.ación que hace Felix de una fotografvacio arad

Zadie Smith

NW London

Salamandra, Barcelona, 2013, 377 págs.