martes, 2 de agosto de 2005

Un muerto maravilloso





Hoy Jorge Teillier (Lautaro, 1935, Viña del Mar, 1996) tendría 70 años. Los mismos 70 años que nos separan de la muerte misteriosa y trágica de Carlos Gardel. Miembro sobresaliente de una de las generaciones poéticas más sólidas de la historia de nuestra literatura –la Generación del 50-, compartió filas en este selectísimo grupo de creadores, con nombres tan descollantes como Enrique Lihn, Armando Uribe, David Rosenmann Taub, Jorge Cáceres, Carlos de Rokha, Miguel Arreche, Efraín Barquero, y muchos otros grandes. Detallar el currículum de Jorge Teillier es algo fútil, pero valga la mención anterior a la Generación del 50, quizás la última camada consistente y armónica que se pueda recordar en nuestra poesía, y, huelga señalarlo, inalcanzablemente superior a nuestra producción poética actual.No vamos a venir a señalar aquí el peso específico que tiene Teillier en la poesía chilena, ni cuánto sigue marcando los caminos de los versificadores contemporáneos (botón de muestra: Bernardo Colipán), ni tampoco despotricar ni rasgar vestiduras ante la negligencia imperdonable de las autoridades de turno que no le concedieron jamás el Premio Nacional de Literatura, ni tampoco nos vamos a deshacer en explicaciones algo siúticas respecto de que es lo “lárico” y lo lindo y maravilloso que es.Sí es de suyo contingente referirse a los esfuerzos que hacen las editoriales por refrescar y darle una cara nueva a las obras de estos poetas. Quien escribe ya se refirió con anterioridad a la labor que hacen las ediciones de la Universidad Diego Portales con la obra de Enrique Lihn. Y en este caso Editorial Universitaria se despacha otra importante publicación con el libro “Muertes y Maravillas”, originalmente editado en 1971. Ya antes esta casa editora había reflotado libros como “Lo soñé o fue verdad” y “Para ángeles y gorriones”. “Muertes y maravillas” es quizás uno de los libros más importantes de Teillier. Al menos incluye dentro de sus páginas textos emblemáticos que lo retratan de pies a cabeza, poemas que son sus claves, su visión del mundo y de la poesía. Ejemplo palmario de esto son poemas como la “Crónica del forastero”, o el notable prólogo/arte poética que es “Sobre el mundo donde verdaderamente habito”. Algunas frases lúcidas y decidoras: “La poesía es la universalidad, que fundamentalmente se obtiene por la imagen (...) A su debido tiempo, me parece que todo poeta en esta sociedad se suele considerar un sobreviviente de una perdida edad, un ente arcaico (...) El poeta es un ser marginal, pero de esa marginalidad y de ese desplazamiento puede nacer su fuerza: la de transformar la poesía en experiencia vital, y acceder a otro mundo, más allá del mundo asqueante donde se vive. (...) El poeta es el guardián del mito y de la imagen hasta que lleguen tiempos mejores (...) la poesía es la lucha contra nuestro enemigo el tiempo, y un intento de integrarse a la muerte”. Pensamientos perspicaces y atinados de uno de nuestros poetas más atinados. Entonces, y yéndose un poco por la tangente con las dispensas correspondientes, este libro y todas las reediciones que se hacen en nuestro país (que podrían ser más), son un aparejo cardinal, los utensilios infaltables que han de ser utilizados en la infaltable, esencial y cardinal tarea que es acercar la poesía a la gente, más que con golpes de efecto, más que con voladores de luces, más que con carnavales culturales muy carnavalescos y muy poco culturales, más que con inyecciones inciertas de dinero incierto a fondos inciertos, en vez de medidas efectivas, como rebajar impuestos a los libros. Porque saltimbanquis, payasos y batucadas más, pero lo libros siguen costando una fortuna. Ciertas editoriales están dando en el clavo, y qué mejor martillo que Jorge Teillier como para evidenciarlo. Pero queda tanto clavo chueco...


Jorge Teillier
“Muertes y maravillas”
Editorial Universitaria, Santiago, 2005, 157 págs.