domingo, 21 de mayo de 2006

Cuando el trabajo no dignifica


Un nuevo libro de poesía nos entrega Nadia Campos (Santiago, 1966), llamado Job (entendemos “trabajo” en inglés, amén del personaje bíblico). Y es un libro oportuno en un momento en que la desigualdad, los trabajos mal pagados y la silenciosa explotación son moneda corriente en Chile. Nadia Campos hace un encomiable esfuerzo por hacer un relato de la realidad de millones de personas que ven sus existencias consumidas a diario porque “hay que ganarse la vida”.
Nada de halagüeño es el panorama que nos pinta esta poeta, múltiple antologada y becada. Con crudeza cruza la odisea diaria del ciudadano de a pie con imágenes de muerte y de una ciudad gris que oprime al ser humano, que naufraga en relojes, informes, responsabilidades y recuerdos familiares. Y aunque esta temática ha sido tocada por lo menos desde la Revolución Industrial, hay una franqueza en buen número de los versos de Prado, cierta descarnada verdad que hace que del relato sobresalgan puntos que no se hunden en el miasma general de la rutina que se repite a perpetuidad. “(...) Al compás del odio hago el trabajo (...) Odio grita el odio guardado en el delantal que nos uniforma/ el trabajo concluye para comenzar”. Hasta nos da claves de salvación Nadia Prado, que, sin grandes misterios, es el amor “(...) cuánta falta me hacía que voltearas la cabeza, hubiera sentido/ que mi vida tenía importancia, podría haber buscado el día/ en que nací, mi nombre, otra manera, la virtud de no repetir los pasos”.
Amén de las cualidades literarias de este libro y su autora (que las hay), más allá de la consideración o no del lenguaje como utensilio, el valor de “Job”, es que interpela los sentimientos de los seres anónimos que mantienen andando la máquina que se llama sociedad. Quizás es mucho decir que este libro es un correlato perfecto, pues la autora le echa a la mezcla buena parte de su desbordado vivir personal, pero hay versos que lo intentan con feliz éxito. Y cualquier apoyo que pueda recibir el desprotegido ciudadano pedestre vale, y si es en poesía, tanto mejor.


Nadia Campos-Prado
“Job”
LOM, Santiago, 2006, 79 págs.


*Publicado originalmente en El Periodista N° 105, 19 de mayo de 2006

sábado, 6 de mayo de 2006

Más allá de la poesía (part deux)


Quizás uno de los escritores chilenos más legendarios del momento es el poeta David Rosenmann-Taub (1927), quien ha logrado lo que miles de otras personalidades de la literatura nacional ni siquiera vislumbran, ni tampoco les interesa: el hacer ruido única y exclusivamente por su obra. El “altoparlante” de este poético ruido ha sido la editorial LOM, que ha entregado nuevos capítulos de la saga de Rosenmann-Taub, a saber Poesiectomía y Los despojos del sol.
Ya de antes este autor había construido su mito, que además del ingrediente poético, incluye la casi increíble y muy envidiable beca de la que goza desde 1976, otorgada por la Oriental Studies Foundation, que, en palabras simples, le paga por escribir poesía y dictar unas cuantas conferencias al año. Qué mejor. Lo anterior, y las referencias indirectas de terceros, como su amigo e improvisado relacionador público, Armando Uribe, que lo ha calificado, con vehemencia zuritiana, como el “poeta vivo más importante y profundo de toda la lengua castellana”.
Y para hacer todavía más sorprendente el mito, Rosenmann-Taub realmente escribe una poesía totalmente distinta a cualquier cosa que veamos en nuestras librerías. Muy mal leída, la poesía de Rosenmann-Taub daría la impresión de ser hermética, “escrita en complicado”, con palabras obsoletas y anacrónicas, con poemas casi epigramáticos. Pero eso es desde una óptica pobre y deplorable.
De más está decir que la realidad nos entrega, afortunadamente, a un poeta que domina a cabalidad la materia prima de la poesía, el lenguaje, y lo hace de tal forma que es capaz de construir estructuras mínimas y cuasi perfectas, propias de un trabajo que se ha ido destilando casi por medio siglo. Si por ahí se definió a la poesía como el arte de forzar el lenguaje, entonces Rosenmann-Taub es el poeta por antonomasia. Dueño de un estilo y una maestría eficaz y poderosa, Rosenmann-Taub sirve a la fábula que otros han alimentado, con poesía única, con un lenguaje vivificador de la palabra, y de una poesía cargada de significación, música y ritmo. Más simple, a Rosenmann-Taub no se le escapa nada, y al lector no debería escapársele la posibilidad de revisar esta poesía, única en nuestras letras.


David Rosenmann-Taub
“Poesiectomía” & “Los Despojos del sol”
LOM, Santiago, 2006.



*Publicado originalmente en El Periodista N° 104, 5 de mayo de 2006