viernes, 24 de mayo de 2013

La lindeza de idear



Zadie Smith (Londres, 1975) es una escritora que está en la primera división de la literatura mundial, qué duda cabe. Una autora que, a la insolente edad de 22 años, instaló en el mundo su nombre con una novela como Dientes blancos, y que, no contenta con ello, se despacha nueve años después un volumen como Sobre la belleza, ajustándose bien firme el cinturón de peso pesado en la literatura global, ahí donde mismo el desaparecido David Foster Wallace ya era un campeón, un toro salvaje.
Recientemente ha llegado a nuestros anaqueles Cambiar de idea (Salamandra, 2011), una serie de “ensayos ocasionales” de literatura y cine, entre otros temas (treta para conferir al conjunto una cuota de relajo y flexibilidad, pues el origen de estos textos es variado), de esta hija de padre inglés y madre jamaicana, cuya literatura se ha caracterizado por iluminar zonas incómodas como la tensión racial, la decadencia o los desencajes del progreso y la postmodernidad. La ambiciosa superestrella de la ficción responde a cabalidad a la hora del ensayo, puesto que Cambiar de idea da cuenta de una escritora instruida y punzante, que despliega su inteligencia sin culteranismos ni petulancias, sino develando un genuino entusiasmo ante la lectura y otras experiencias.
El entusiasmo de Smith –encantadoramente juvenil, por lo demás- se trasunta, por ejemplo, en el análisis que la autora hace de Middlemarch, de George Eliot, donde dice “el amor posibilita el conocimiento”, aduciendo a Baruch Spinoza, pero transparentando a la vez su propio método. Sorprende también la versatilidad y la iluminada cornucopia de referencias culturales de Zadie Smith. Desfila con fluidez de Roland Barthes a Claire Danes casi sin un topón y con chispa, “La señorita Danes no es una actriz normal y corriente. Tiene un cuerpo natural, grácil. Es poseedora de una nariz francamente enorme, que nunca se ha operado, afortunadamente”.
Lo que aporta este libro de ensayos no es la capacidad de cambiar de ideas –si nos permitimos la literalidad-, sino la camionada de nuevas miradas que Zadie Smith, más amena aquí que en otros momentos de su carrera libresca, regala en este libro, formidable en más de una ocasión y en más de una forma.


Zadie Smith
“Cambiar de idea”
Ed. Salamandra, Barcelona, 2011, 413 págs.

jueves, 2 de mayo de 2013

Excelencia



Si hablamos de crónica en Latinoamérica, la mayoría de las veces sindicaremos a la periodista argentina Leila Guerriero (Junín, 1967) como sui papisa. De la crítica se ha dicho bastante, y en más de una ocasión se la ha consagrado, con merecimientos, como el género que más satisfacciones entrega, al menos en esta parte del mundo. En Chile ese reinado ya está consagrado, puesto que lo que se da en motejar como “periodismo de excelencia” tiene a la crónica y el perfil -a la par de la opinología- como uno de sus estandartes mayores.
            Amén de lo anterior, desde hace algún tipo circula en el comercio Plano americano, conjunto de perfiles de personalidades de la cultura latinoamericana, que tiene, entre sus muchas cualidades, la de ayudar a no perderle la pista a los nombres del zeitgeist cultural. Así este libro comprende textos sobre personalidades culturales como Idea Vilariño, Hebe Uhart y Fabián Casas, personajes que están en boga desde hace algún tiempo, a los que se suman los ampliamente consabidos como Nicanor Parra, Facundo Cabral y Ricardo Piglia, y desconocidos para el público general de estos lados, como Homero Alsina Thevenet o Pedro Henríquez Ureña.
Pero el rasgo más sobresaliente del libro es la capacidad de Leila Guerriero de transmitir de forma prodigiosa los esfuerzos reporteriles desplegados para confeccionar cada una de las piezas de este libro. Otra joya dentro de Plano americano, el perfil que la autora escribe de Roberto Arlt (el apellido del autor, mal escrito como “Artl”, figura demasiadas veces, muchas más de lo tolerable), inédito hasta ahora, vale por sí mismo. En este perfil, el propio autor de El juguete rabioso dice: “para ser periodista es necesario ser un buen escritor”. Guerriero cumple con largueza en ambos ámbitos.
Esto sí que corresponde al periodismo de excelencia. Cuando se acerca a la literatura y está blindado por la investigación exhaustiva y el concienzudo trabajo reporteril, esfuerzos que, por sí solos, la ponen un pie delante de la narrativa, que ha dado más de una muestra de flojera y laxitud. Un ejemplo son las primeras líneas del texto dedicado a la escritora argentina Aurora Venturini, un delicioso ejemplo de estilo y de dominio de materiales y de entrega de información comprobable. Este carácter, que se comparte en el resto de los textos de este libro, lo convierte en volumen de altísima calidad, de pleno provecho, de total delicia.


Leila Guerriero
“Plano americano”
Ediciones UDP, Santiago, 2013, 407 págs.