Solos en la noche. Zamudio y sus
asesinos,
obra del periodista Rodrigo Fluxá, tiene como propósito echar luces, aportar
más antecedentes sobre la tragedia. Sin embargo, la lectura del libro no es tan
claro en ese sentido, aunque sí ha llamado la atención, ha hecho bastante
ruido, y ha generado un montón de preguntas, pero muchas veces las incorrectas.
La investigación que hace Fluxá es, sin duda, acuciosa. Las pesquisas se prolongaron
por cerca de dos años, se realizó el volumen de entrevistas que exige cualquier
investigación periodística que precie de tal, se revisaron expedientes
judiciales y peritajes psicológicos.
Así, el autor delinea con lujo de detalles el
dibujo de cada uno de los protagonistas de esta lamentable historia, al mismo
tiempo que despliega una pluma no solamente fluida, sino que con más de alg ún recurso. El capítulo que perfila la vida de Alejandro Angulo Tapia
es un buen ejemplo de ello.
Rodrigo
Fluxá aspira a desacralizar la figura de Daniel Zamudio y para ello se hundió
hasta los codos en esta la historia para contarla desde todos los ángulos. El
autor señala que el crimen pudo haberse evitado, pero para el periodista la
muerte de Zamudio se explica más en la marginalidad y las carencias del sistema
antes que el odio. De esta manera, el autor descarta que el asesinato de
Zamudio sea un crimen homofóbico o de odio “en el sentido clásico y preciso del
concepto”. Lamentablemente Fluxá no se detiene a explicar cuál es ese sentido
“clásico y preciso” en el que este caso no encaja, y se allega más al
determinismo social.
Fluxá
ha tenido más de un problema luego del lanzamiento de este volumen. Ha sido fustigado
–sin leer este libro- por el Movimiento de Liberación Homosexual, Movilh, por declarar
que Daniel Zamudio no murió por ser gay y por apuntar que su estilo de vida lo
predestinó fatalmente. Pues bien, la lectura de Solos en la noche descarga una camionada de preguntas antes que
respuestas, ¿para qué escribir y publicar un libro sobre un crimen resuelto,
que tuvo aspectos positivos como la promulgación Ley antidiscriminación?, ¿es
más o menos terrible la muerte de Daniel Zamudio ahora que el libro nos enseña,
por ejemplo, que Alejandro Angulo Tapia era un promisorio bailarín de flamenco?,
¿o que Daniel Zamudio era un sietemesino fanático del programa Mekano, que estaba obsesionado con
Britney Spears y que en un momento le dio por rotear gente en fiestas pitucas?
De todas formas, Fluxá sí cumple al desdoblar
un abanico de vicios sociales no desconocidos. Alcoholismo, drogas, violencia,
matrimonios mal avenidos, paternidades enfermas, discriminación, arribismo, ausentismo
escolar y otros males abundan en Solos en
la noche. En su afán de “dotar de carne al monumento” Fluxá destapó todas
las ollas en las que, según él, se cocinó el asesinato de Daniel Zamudio,
muchas de ellas bullentes ollas a presión, otras que simplemente están llenas
de agua que sólo echa humo.
Rodrigo
Fluxá
Solos en la noche. Zamudio y sus
asesinos
Catalonia,
Santiago, 2014, 152 págs.
*Reseña publicada: http://bit.ly/ZamudioLUN
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