“Si
entendemos que el idioma es un cuerpo vivo en constante evolución, al parecer
es por la venas abiertas de las malas palabras por donde muta más rápidamente”,
así lo asegura el periodista Tito Matamala en su libro Chile garabato. Una historia contemporánea de las malas palabras, un
repaso liviano y humorístico por las groserías más utilizadas en nuestro país, sin
seguir un orden específico. La revisión de palabrotas que emprende Matamala se hace
con una prosa colorida, cargada a la sorna y con palabras altisonantes y
cantarinas. Con este tono el libro repasa, por ejemplo, una época en la que el
uso de insolencias en prensa era moneda corriente: la antesala a la ascensión
de la Unidad Popular al poder. Matamala ilustra cómo la prensa “de cloaca”,
como la califica el autor, no tenía empacho no sólo en maldecir en portada,
sino en hacer referencias sexuales o incluso sacarle la madre al del bando
opuesto. Todo esta manga ancha idiomática se habría acabado –como todo
entonces- con el golpe de Estado de 1973. En este sentido, el autor incluso
aventura que las insolentes pullas de los diarios de derecha habrían fermentado
el derrocamiento del gobierno de Salvador Allende.
Poco
después de arrancar la lectura es posible detectar la primera falla: el propio
autor. Al contrario de otros cronistas de la plaza, pareciera que Tito Matamala
no soporta ser menos interesante que su objeto de estudio. Listillo y fanfarrón
como él solo, el autor intercala en medio de los contenidos del libro, bocadillos
y digresiones que no vienen a cuento y que huelen a relleno, a saber “(En mi
lista de tareas antes de estirar las patas, siempre considero aprender latín
como prioridad, pese a lo inútil del deseo. Y aprender el secreto de la masa de
las empanadas fritas. Espero tener una vida larga para ello)”, “Le habría
tirado los cortes si la hubiese conocido (a la cantante brasileña Xuxa)”. Por
momentos, las reflexiones de poca monta devienen en insulto gratuito: “Hay una
oscura relación entre estas palabras legítimas de la lengua castellana, las
antiguas y las incorporadas en la época en que los españoles se estaban robando
un continente nuevo (y ya ve que de poco le sirvió a esos pelotudos, ahora
declarados en quiebra)”.
Un
probable móvil de este libro sería el revalorizar las malas palabras, aquéllas consideradas
como parte de un lenguaje no apto para toda ocasión. Ése es el pretexto del
ejercicio que Matamala despliega: explicar cada blasfemia hasta el tuétano y apreciarla
desde el origen. Aunque el autor cumple en buena medida, sus querellas son poco
claras, “el poto, el culo, no son las únicas palabras desprestigiadas por una
sociedad hipócrita”. Vaya a saber uno a qué hipocresía se apunta, y qué tiene
que ver con usar determinadas palabras en tiempos y el lugares diversos.
Cuando
el autor no se empecina en hacerle perder tiempo al prójimo con salidas de
libreto y autorreferencias fomes, Chile
garabato alcanza momentos pasables. Tal vez el mayor es cuando Matamala
analiza el coa y aporta un glosario de términos llamativos y cargados de significado.
Pero luego pierde el rumbo y se enfrasca en un flojo análisis televisivo cuya
figura central es la vedette Maripepa Nieto y su novio, el CNI Álvaro Corbalán
Castilla.
Hacia
el final, el autor postula que decir garabatos es la manifestación de la lucha
por la libertad de expresión, desde luego aquella pisoteada la dictadura, mas no
termina de cuajar una tesis convincente. Es cierto, no es un libro que se
intente ser seriote, pero corre mucho riesgo de caer en la huevada.
Tito Matamala
Chile
garabato. Una historia contemporánea de las malas palabras
Aguilar, Santiago,
2014, 205 págs.
*Reseña publicada: http://bit.ly/Chilegarabato
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